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312 ENRIQUE RIVERA por donde puede filtrarse el amor propio, para maliciar y hasta para echar a perder nuestra mejor actividad creadora. «Si seguimos fielmente el curso del tiempo, escribe Lavelle, sin querer retenerlo para que sirva a nuestro capricho o a nuestra ensoñación, acompañaremos entonces, insertos en la eternidad de Dios, la mirada que éste dirige a nuestra vida temporal, mostrando que nunca cesa de esclarecerla y sostenerla» 41. Mucho se ha escrito sobre el voluntarismo franciscano, sobre sus preferencias por el cálido obrar frente al frío saber. Pocas veces con tanta hondura como en esta meditación lavelliana. Cuando un fran- ciscanista como el padre A. Gemelli afirma, recordando la actividad final de san Lorenzo de Brindis, que «a todo verdadero franciscano le sorprende la muerte en el camino»42, refrenda desde la historia la apología de la actividad franciscana que Lavelle ha trenzado con los hilos de su profundo pensamiento ontológico. d) La alegría franciscana Un comentario de M. F. Sciacca a la filosofía de su amigo, L. La­ velle, nos prepara a comprender la reflexión de éste sobre este otro rasgo de la espiritualidad franciscana: la alegría. «Todo pesimismo, co­ menta Sciacca, es una evasión de la propia realidad concreta, personal y moral: un encerrarse en la consciente infelicidad de la propia exis­ tencia, como espectadores de un mundo ilusorio, al tiempo que se niega uno a sí mismo y renuncia a su propia vocación. Contra la inmo­ ralidad radical de esas tendencias negativas del pesimismo, la filosofía de Lavelle está inspirada por el propósito de reivindicar y salvar el valor innegable de la persona, de devolver a los hombres la confianza en sí mismos y de infundir la «alegría» de ser fieles a la propia voca­ ción. Lo cual se obtiene, no por la evasión y huida de nosotros mismos, sino por la aceptación consciente de nuestras limitaciones, que han de colmarse en el seno de lo divino, unidos unos a otros en presencia del Ser»43. Dos motivos son de notar en este pasaje de Sciacca. El primero sub­ raya la inconsistencia de las filosofías pesimistas ante las debilidades 41. O. c., 74. 40. Para un análisis del presente en Lavelle, véase su obra Vu temps et de l’éternité, 221-254. Giornale di Metafisica publicó un inédito de Lavelle con el títu lo de Le présent ( X I I I (1958) 673-675). 42. El franciscanismo , trad. Gil Monzón, Barcelona 1940, 178. 43. La filosofia, oggi, 338.

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