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R E L E C T U R A Y D IA L O G O CON E L A U T O R . 15 5 y peces en todo semejantes a los panes y peces ordinarios, aunque no los hizo con causas ordinarias sino con causas superiores a las ordina­ rias. Las que no podrían en modo alguno producir efectos semejantes a los que son propios de las causas ordinarias serían las causas de rango inferior. Un animal irracional, por ejemplo, no podría nunca engendrar un ser semejante al que engendran los hombres, aunque algunos evolucionistas pretendan asegurarlo. Faltaría lo que filosófica­ mente se llama «razón suficiente» del efecto superior. Pero una causa superior, tiene de sobras «razón suficiente» para producir un efecto inferior, y muchas veces en la naturaleza misma vemos que se pro­ duce. El que Jesús dejara de ser semejante en todo a los hombres por haber sido concebido en el seno de la Virgen cubierta por la sombra del Altísimo, implicaría también que nuestros primeros padres Adán y Eva tampoco fueran «semejantes» al resto de la humanidad, por no haber sido concebidos por un padre y una madre, es decir, por haber sido creados inmediatamente por Dios en el paraíso terrenal... Por tanto, el argumento no es válido. «Por otra parte, dentro del anuncio evangélico incluido en la con­ cepción de Jesús, la referencia a María es a todas luces secundaria». ¿Secundaria? ¿Qué quiere decir? ¿Que no tiene importancia alguna la referencia a María? ¿Que no tiene importancia su concepción vir­ ginal?... ¿Una concepción virginal a la que hacen referencia explícita y dándole toda su importancia tanto Mt como Le?... Pero el P. Schei- flcr sigue explicando e insistiendo: «tampoco la santidad, dignidad y función de María sufriría menoscabo alguno, si la concepción de Jesús hubiera tenido lugar en forma ordinaria... La idea de que la forma más noble de concebir es la virginal, o más noble que la ordinaria, 1 1 0 se prueba ni se deduce de la Biblia...». Esto es sencillamente un error. Como ya indicamos en el Congreso Mariológico Internacional de Santo Domingo en 1965, en la Anuncia­ ción de San Lucas no puede negarse la evidente exaltación de la virgi­ nidad hecha por el autor sagrado y, por tanto, por Dios mismo, que por medio de su ángel negocia con María la obra de la Encarnación, y que para respetar el deseo o voto de virginidad de María, llega a decretar la concepción de Jesucristo sin concurso de varón, tal como aparece en este evangelio9. 9. R . M arimón , D e V irg in ila te Beatae Mariae V irg in is apud Ev A nnun lia lion is , en Marta tn Sacra Scriptura , vol. IV , P ontificia A cadem ia M ariana Internationalis, A cta C ongressus M ariologici-M ariani in R epú blica D om inicana anno 1965 celeb ra d , R om ae 1967, 466-474.

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