PS_NyG_1980v027n001p0147_0167

154 R IC A R D O M A R IM O N E A T L L O "Significado y hecho de la concepción virginal del Hijo de Dios ” 8 El P. Scheifler examina el significado y el hecho de la concepción virginal. Ya en la introducción de esta tercera parte afirmaba que «por razones ajenas a lo literario, el problema de límites entre su historicidad estricta (milagro en la exclusión de paternidad natural) o fe historizada (filiación divina de Jesús, mantenido el proceso de su génesis), ha resultado más comprometido y se ha dado por resuelto de forma contraria al carácter general de los relatos». Nos parece demasiado grave la afirmación. Vamos por partes. «En todo el contexto de los relatos evangélicos, la concepción de Jesús es fundamentalmente un anuncio sobre su persona»... De acuer­ do. Pero ello no implica que el contenido de estos relatos sea pura invención o fantasía. Esto habría que probarlo. «Esta singularidad de la persona de Jesús ha quedado definitivamente clara sólo a partir de su resurrección y por ella». Por su resurrección, de acuerdo. Pero sólo por ella y como si el contenido de todos estos relatos fuera falso, es cosa que habría que probarla. «Ni la realidad cristológica de Jesús implicada en los relatos de la infancia, en particular en su concepción, ni nuestro conocimiento de aquélla, cambiarían por el hecho de haber tenido Jesús una concepción ordinaria. La paternidad de José no hubiera excluido en Jesús su filia­ ción divina». De acuerdo también en esto último. Pero no estarán todos de acuerdo en que la concepción ordinaria hubiera supuesto un «anun­ cio» tan singular sobre su persona, como la concepción virginal. Por lo demás, insistimos, del «anuncio» no se sigue en modo alguno la irrealidad de los hechos que se aducen. O ¿es que tendría la misma fuerza y singularidad un anuncio verdadero y uno fingido?... «No sé si por el contrario, se podría decir de un Jesús sin pater­ nidad humana «en todo semejante a nosotros, menos en el pecado». Vamos por partes. En primer lugar no puede decirse que Jesús no sea «hecho de mujer» (Gal 4, 4), lo mismo que los demás hombres «nacidos de mujer» (Jb 14, 1). Y en segundo lugar, el que una cosa haya sido producida por una causa eficiente superior, no implica en modo alguno el que esta causa no haya podido imprimir en su efecto una verdadera «semejanza» con los efectos de las otras causas ordinarias. Cuando Jesús multiplicó los panes y los peces hizo ciertamente panes 8. J. R . S c h e i f l e r , a. c., 84 3 ss.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz