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R E L E C T U R A Y D IA L O G O CON E L A U T O R . 153 — el recurso de los magos a Herodes (los astrólogos de Egipto avisan al Faraón del nacimiento de Moisés), — la turbación de toda Jerusalén con Herodes (el Faraón se turbó y todo Egipto con él), — la huida del niño a Egipto y regreso a Israel. Ignorados por Le (Moisés huye a Madián y vuelve a Egipto avisado por Dios), — la desconocida matanza ordenada por Herodes (el Faraón en el caso de Moisés y Labán, arameo ( ¡Herodes idumeo! ) en el de Jacob, ordena una matanza semejante). Son hallazgos felices. Pero no nuevos. De ellos no puede deducirse apodícticamente la negación de los hechos relatados por Mt. Hasta ahora todos, incluso grandes Padres y Doctores de la Iglesia, habían supuesto la realidad histórica de los mismos, creyendo que esta reali­ zación del Nuevo Tetsamento no era más que una confirmación de los hechos proféticos dispuestos por Dios mismo en el Antiguo. ¿Qué se opone a ello? ¿El solo «silencio» de estos hechos en Lucas? Sin­ ceramente no nos parece suficiente esta razón. No puede hablarse de «ignorancia» en Lucas, cuando escribe para lectores que no son judíos y a los que hay muchas cosas que no les interesan por desconocer el Antiguo Testamento o no estar tan familiarizados con él como los judíos. Y hasta podría deberse el «silencio» a que Le no hubiera tenido a mano las mismas tradiciones que tuvo a mano Mt. Y en definitiva, ¿qué argumento hay para negar la veracidad de lo que omite o ignora algún historiador? ¿Por qué le parece al P. Scheifler inverosímil la turbación de Jerusalén o la huida de la Sagrada Familia a Egipto y su vuelta después de avisada por Dios; o la matanza de Herodes o, incluso, el mismo comportamiento de la estrella? ¿Quizá por las exa­ geraciones de los apócrifos? ¿Por qué habría que atribuir todo ello solamente a la fantasía, a la «imaginación» de Mateo? ¿No podía también ser todo ello una realidad histórica, que precisamente por ser real es invocada por el evangelista como prueba y confirmación de las esperanzas predichas por Dios en el Antiguo Testamento? ¿Por qué precisamente por escribir Mateo para judíos acostumbra­ dos a un «derash» que actualiza hechos o los interpreta, tiene ya que ser todo fantasía y no puede ser la misma realidad del Nuevo Testa­ mento que a la luz de la inspiración divina es constatada por el evan­ gelista como interpretación realísima de los hechos del Antiguo? Fie aquí lo que no nos parece suficientemente probado...

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