PS_NyG_1980v027n001p0147_0167

152 R IC A R D O M A R IM O N B A T L L O qué no nos puede certificar el sentido «plenior» de las profecías del Antiguo Testamento referidas a la persona de Jesús y a los aconteci­ mientos en que se enmarcó su aparición en el mundo? ¿Por qué Dios no podía pretender un sentido profético pleno en los hechos históricos que relata el Antiguo Testamento, que tendrían su realización en los que acompañarían a la Humanidad de Cristo? ¿Es que no admitimos todos los católicos que Dios es el autor principal de la Escritura? ¿Por qué hay que atribuir a la «creación» literaria de Mt lo que puede ser también atribuido a la «creación» realísima de Dios mismo? ¿En virtud de qué razón hemos de negar, por ejemplo, la matanza de los inocentes, porque no aparezca explícitamente en el primer plano his­ tórico enfocado por Jeremías? Bajo el epígrafe «Función y libertad literaria de los midrashim», el P. Scheifler descarga su mejor artillería. Estudia las «transposiciones explícitas» de la Escritura en el midrash de Moisés y en los relatos de (Mt 2, 20). — «El Faraón buscaba a Moisés para matarle» (Ex 2, 15) y «He- rodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2, 13). — «Y dijo Dios a Moisés en Madián: Levántate, vuelve a Egipto, pues han muerto los que buscaban tu muerte» (Ex 4, 19) y «El ángel del Señor... a José en Egipto, y le dijo: levántate... marcha a tierra de Israel, pues han muerto los que buscaban la muerte del niño» (Mt 2, 20). El hallazgo es feliz. Pero no es nuevo encontrar en San Mateo estas referencias al Antiguo Tetsamento. Admitimos incluso su intención explícita de hacer esta transposición midráshica. Pero, ¿cómo puede probarse que no haya sido verdad que «Herodes haya buscado al niño para matarlo» o que el ángel le hubiera avisado a José de que podía ya volver tranquilamente a Israel? ¿Sólo por la transposición de Ex 4, 15 o de Ex 4, 19?... Con todo derecho podemos afirmar con A. Diez Macho que «la intención de Mateo es narrar historia, confirmada con profecías o paralelos veterotestamentarios» 7, pero verdaderos he­ chos históricos de los que parte. Sigue el P. Scheifler exponiendo los «rasgos antihistóricos» o «sos­ pechosos de historicidad» que quedarían explicados en los relatos evan­ gélicos por solo inspirarse en los midrashim: 7 . La Historicidad de los Evangelios de la Infancia, M a d rid 19 7 7 , 30.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz