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R E L E C T U R A Y D IA L O G O CON E L A U T O R . 159 si se tratase de un nacimiento normal. Después de referirse a José como padre de familia, menciona a María "su esposa que estaba encinta” . En el episodio del templo, ni la expresión de María "tu padre y yo” hubiera sido correcta, ni la respuesta del niño en la casa de Dios: "ocuparme en las cosas de mi padre” hubiera resultado incomprensible a María». No, P. Scheifler. Le no ignora el capítulo 1.° que él mismo escribió y al que hace referencia explícita en Le 2, 21 cuando dice que «al cumplirse los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de que fuese concebido en el seno materno»... Indudablemente, en el capítulo 2.°, el primer plano ya no es la anunciación y encarnación del Hijo de Dios, sino el nacimiento del «Salvador, el Mesías, el Señor» (Le 2, 11), tal como se muestra a los pastores y a los que lo rodean. Por esto el evangelista habla señalando únicamente lo que conocían o se reveló entonces a estos. Lo mismo María, emplea el nombre de «padre» para San José, para designar al que todos tenían como «padre» de Jesús. Además San José era de derecho el «padre» de familia, por ser con todo dere­ cho «esposo» de María (Le 2, 5). En cuanto a que sus «padres» no comprendieron lo que Jesús les quería decir (Le 2, 50) nos parece muy lógico que aunque María y José lo hubieran entendido en su corazón, no hubieran podido menos de mostrar extrañeza ante los demás. ¿Iba Jesús a descubrir entonces a aquellos judíos el misterio de su encarnación virginal? ¿Les pedía a ellos que dieran testimonio de aquél en tales circunstancias? No les constaba en modo alguno. Causas de perplejidad había muchas. Sin embargo, Jesús les deshace la mayor de sus dudas, volviendo a Nazareth y sometiéndose nueva­ mente a ellos (Le 2, 51). ¿Acaso no están estos hechos en plena con­ cordancia con la concepción virginal de Jesús? La misma respuesta de Jesús en Le 2, 49 está también en perfecta sintonía con su concepción virginal, como han entendido siempre los Padres y Doctores de la Iglesia, y como entiende también naturalmente cualquier lector que lea Le 2 después de Le 1. Lo que supone el P. Scheifler no nos parece demostrado en absoluto. ¿La «segunda mano» del capítulo 1.°, habría también ajustado las respuestas y hechos del 2.°?... Por lo demás, Lucas habla también en este 2.° capítulo dos veces de modo especial de María, no de José, afirmando que «María guar­ daba todas estas palabras meditándolas en su corazón» (2, 19). Tam­ bién Simeón se dirige a María y no a José: «He aquí que éste está

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