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¿Q U E E S LO E S P E C IF IC A M E N T E C R IS T IA N O ? 131 la manifestación y alcance de la Palabra de Dios en la historia). Lo que interesa aclarar es qué tipo de relación establece el Nuevo Tes­ tamento entre Jesús y Dios. El punto importante es saber hasta dónde abarca, en los escritos neotestamentarios, el radio divino del caso jesús. ¿Llega hasta su misma personalidad? ¿Se limita a su misión de predicador original sobre el reino de Dios? ¿Se trata de una responsa­ bilidad divina en la función mesiánica de Jesús o también de una encarnación personal de Dios en Jesús? Creemos que el Nuevo Testamento llega, a la luz sobre todo de la resurrección, a la afirmación tajante de que Jesús resucitado tiene, como Persona, categoría divina como Dios Padre. No vamos a tratar ahora de la fe neotestamentaria en la divinidad de Jesús. Pero es necesario hacer constar que el Cristo proclamado por el Nuevo Testamento con­ templa en jesús la presencia personal del Hijo Unigénito de Dios Padre y que dicha visión del Cristo pertenece de lleno a lo específico de la fe cristiana. Plasta ahora hemos presentado la dimensión divina de Jesús, ha­ ciendo ver cómo, de acuerdo con el Nuevo Testamento, dicha dimen­ sión alcanza a la misma identidad personal de Jesús. Pero, ¿qué tipo de divinidad asignamos a Jesús cuando le confesamos como Dios? ¿Pen­ samos en la divinidad de Jesús con conceptos filosóficos paganos o con­ ceptos verdaderamente cristianos? Aquí nos sirve de mucho recordar la dependencia que la dimensión divina de Jesús guarda respecto de su dimensión humana, histórica. Jesús no emerge, con el halo de la divinidad, en el mundo de los en­ sueños humanos, como producto de nuestras secretas aspiraciones, sino que el Cristo pertenece a la historia. Más aun: la exaltación del Re­ sucitado no descansa sobre un paramento glorioso de hechos, sobre una fachada de hazañas históricas. No. Mirada con ojos humanos, la base en que se alza el Resucitado es, por el contrario, una historia de catástrofe y de fracaso, una vida rechazada y condenada, una per­ sona declarada farsante y funesta. Es en la historia concreta de Jesús en donde y desde donde nosotros debemos concebir la personalidad divina del Resucitado. De este modo evitaremos la enorme equivoca­ ción de llenar con nuestros conceptos paganos el contenido de la divi­ nidad de Jesús. En realidad, esto es lo que hemos venido haciendo siglo tras siglo. Nuestra idea filosófica de Dios se la hemos colgado al Cristo y desde ella hemos leído e interpretado la historia de Jesús. Así nos ha resultado un Jesús inmutable, esto es, un ser que se sabe todo

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