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¿Q U E E S 1.0 E S P E C IF IC A M E N T E C R IS T IA N O ? 127 arranca con estas palabras: «Comienzo del evangelio de Jesucristo»; Juan y Lucas lo hacen aludiendo a Jesucristo mediante la denomina ción de 'la Palabra’ : «En el principio era la Palabra» (Juan), «Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han trasmitido los que des de el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra»... (Lucas). Por su parte, Pablo se presenta al comienzo de sus cartas como «apóstol de Jesucristo», «siervo de Cristo Jesús», «llamado a ser apóstol de Cristo Jesús»... Y cosa parecida sucede con los otros escritos neotestamentarios: «Santiago, siervo de Dios y del Señor Je sucristo»; «Pedro, apóstol de Jesucristo», «Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo»; «Judas, siervo de Jesucristo»... También el contenido de todos los escritos del Nuevo Testamento se centra en Jesucristo. En cuanto a los evangelios, podrán tomarse co mo testimonios de fe, como biografías o como se quiera, pero en cual quiera de los casos no hay duda de que en ellos se habla sobre todo de Jesucristo, de sus hechos y de sus dichos, en una palabra, de una persona concreta. Otro tanto pasa con los restantes escritos: en todos, Jesús es o bien el centro directo de atención, o bien el centro decisivo de consecuencias y de aplicaciones. Cualquiera que sea el género utili zado (kerigma, narración de curaciones, disputas, parábolas, exhortacio nes, himnos litúrgicos...), siempre Jesús aparece en el Nuevo Testa mento como lo específico de la fe cristiana. Si ahora nos referimos a la tradición cristiana de veinte siglos, lle gamos a la misma conclusión-, Jesús, el Cristo, constituye la razón de ser del cristianismo, la peculiaridad de nuestra fe está en Jesucristo, y en ningún otro. Recuérdense los símbolos de fe cristiana, los conci lios, los testimonios dados por los cristianos entregados a la muerte en defensa de su fe, los escritos de los Padres, las manifestaciones de piedad, las obras de arte cristiano, los documentos pontificios, la pre dicación... Hasta las personas ajenas y contrarias a nuestra fe hablan indistin tamente del cristianismo y de una persona determinada, Jesucristo. Fundamentan aquél en Este, identifican el uno con el otro. Los mismos Hechos de los Apóstoles dan a entender que la denominación de «cris tianos» no fue invención de los creyentes cristianos, sino más bien como un apodo que les colgaron los no cristianos: «En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristia
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