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134 EDU ARDO M A L V 1D O comunidad de creyentes a predicar a Jesús en lugar del reino de Dios? Los autores que omiten toda referencia histórica a Jesús de Nazaret y que se refugian en la fe de los primeros discípulos para todo tipo de explicaciones, se echan encima un trabajo todavía más difícil que el que pretenden haber resuelto: deben aclarar cómo es posible tanta inventiva y tanto atrevimiento en hombres rudos e ignorantes como lo eran los primeros cristianos. Las características indicadas respecto del reino de Dios predicado por el Nazareno encuentran coherencia y consistencia elocuentes en el hecho histórico de la muerte de Jesús en una cruz. Es en Jesús cruci­ ficado donde los datos históricos sobre el reinado de Dios, de gran verosimilitud histórica según se ha visto, se consolidan y se aseguran más. Durante demasiado tiempo hemos visto en la crucifixión del Señor un acontecimiento «espiritual», creyente. Hemos interpretado un hecho histórico como el de la cruz con categorías de fe, y, prácticamente, la historia ha terminado por subordinarse a la fe y por significar sólo lo que los creyentes querían que significase. En este sentido nos hemos expresado muchas veces diciendo, por ejemplo: «Han sido nuestros pecados los que clavaron a Jesús en la cruz», «Jesús quiso morir por nosotros en el calvario», «el pueblo judío es el causante de la muerte del Señor», etc. Con esta manera de hablar hemos atentado, una vez más, contra la norma objetiva, reguladora e indicativa que es la historia de Jesús. Hemos caído por enésima vez en la trampa de la perspectiva abstracta, filosófica, inadmisible en quien profesa una religión como la cristiana, una religión que se basa en una realidad concreta, en la persona de Jesucristo. La muerte de Jesús en el patíbulo de la cruz es, por el contrario, un hecho históricamente inteligible. Para com­ prenderlo no hay que partir de la fe. El camino, más bien, va de la historia hacia la fe. Pero no nos adelantemos. Vayamos primeramente a la consideración histórica de la crufixión de Jesús. Jesús murió en la cruz como consecuencia lógica de su mensaje peculiar sobre el rei­ nado de Dios. El modo de predicar de Jesús y su conducta le hicieron acreedor al violento final que tuvo. La predicación del Nazareno repre­ sentaba un ataque en toda regla contra la ideología religiosa oficial, contra la tradicional interpretación de la Ley, contra la fe ortodoxa en el Dios de Israel. Otro tanto tenemos que decir de su comportamiento: ¿Cómo se atrevió a entrar en el centro religioso por excelencia, en la ciudad santa,

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