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¿ Q u é es lo específicamente cristiano? I n t r o d u c c ió n Abordamos el presente tema como respuesta a la necesidad urgente que tenemos los cristianos por encontrar nuestra identidad personal de creyentes. La necesidad que experimentamos obedece a dos causas prin­ cipalmente: a la poca fe en las realidades trascendentes, por un lado, y a la pregunta por la particular aportación cristiana a la obra común de construcción y mejora del mundo en que vivimos, por otro. Hoy día lo que llama la atención no es la incredulidad, sino la creencia en realidades trascendentes. Por esto, es lógico esperar que en los cristianos — y en los no cristianos— surja inquietante e inquisi­ dora la pregunta del porqué hay personas que adoptan ante la vida una postura de fe. El cristiano atiende entonces a aquello que le de­ termina a ser cristiano, aquello que le fundamenta en su fe. Sólo en la esencia del cristianismo puede encontrar, para sí y para los demás, la identidad cristiana, la razón de ser de su actitud creyente. La segunda causa explicativa de la necesidad que tenemos de aclarar nuestra identidad de cristianos apunta en la línea de las actividades, de las tareas que se llevan a cabo en la realidad intramundana. Estas actividades guardan relación con las finalidades temporales que se pre­ tenden alcanzar. Son actividades dictadas desde la racionalidad profana del hombre. Todos actuamos dentro de unos fines, con unos medios y presupuestos pertenecientes al orden profano. El valor del mundo es suficientemente alto como para no echar en falta ningún valor tras­ cendente al mismo mundo. El resultado, uno de ellos, es que el cris­ tiano no ve fácilmente qué añade la fe cristiana a la labor realizada por los no cristianos. No ve en ello ningún «plus» funcional, ningún efecto útil particular. Entonces surge la crisis de identidad operativa, distinta de la ya señalada crisis de identidad personal. También en este caso de crisis de identidad operativa, los cristianos vuelven los ojos a la esencia, a la realidad primordial de la fe.

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