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120 LEONARDO BOFF cipación social sean efectivas para todos y no solamente para una clase. De este modo la Iglesia conserva su intrínseca catolicidad. Por otra parte, la opción por los pobres implica profundos cambios sociales. La Iglesia intenta reiventarse desde los pobres para que toda la Iglesia sea una Iglesia para los pobres, con los pobres y de los pobres. Esto no significa que los ricos deban sentirse excluidos; sig­ nifica que, una vez convertidos y afectados por el anuncio evangélico, los ricos deben sentirse urgidos a comprometerse por la justicia contra la pobreza-injusticia y la explotación. Su fe, sin la práctica de la soli­ daridad, no conserva su identidad de fe cristiana y salvífica y degenera en ideología religiosa, intimista y privatizante. Optar por los pobres implica optar por el valor de la cultura de los pobres, de la cultura del silencio, por la religiosidad popular y por la forma como el pueblo vive su fe. Más y más vive su fe en las comunidades eclesiales de base; más que un instrumento de evangelización constituye una manera nueva de ser Iglesia; se trata de una Iglesia que nace de la fe del pueblo por el Espíritu de Dios. La comunidad de base ya no tiene como mo­ delo una Iglesia de poderes sagrados, sino una Iglesia de comunión de servicios; con ella se define novedosamente el estilo de ser presbítero y obispo y se abre un campo nuevo de vivencia del carisma religioso8. Es gracia de Dios que la Iglesia-gran-institución opte y acepte cada día más las comunidades de base y que la vasta red de comunidades de base viva en comunión y quiera a la Iglesia-gran-institución. Esta mu­ tua convergencia enriquece a todos. 3. El espíritu de Puebla y el espíritu franciscano De la exposición que hicimos de la gran opción de Medellín-Puebla por los oprimidos y por el submundo aparece claramente una innega­ ble sintonía entre el espíritu franciscano y el espíritu de la nueva conciencia eclesial latinoamericana. Pero hay que distinguir entre Fran­ cisco y el franciscanismo histórico, como distinguimos entre Jesús, Cristo, y la Iglesia. San Francisco pertenecía al mundo nuevo que afloraba en el seno del viejo mundo del feudalismo; era el mundo de la burguesía, del 8. Cf. L. B of f , L’Eglise en genése. Les communautés de base réiventent l'Eglise, Paris 1978; A. B ar re ir o , Comunidades de base e evangelizadlo dos po­ bres, S. Paulo 1977.

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