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UNA MORAL CERCA DEL EVANGELIO 105 También Jesús se presenta, en su persona y en su predicación, como el hombre nuevo y el nuevo hombre. Para un hombre gastado, encor­ vado sobre sí mismo, vencido por el pecado, Jesús es el hombre nuevo. Para el hombre que ha agotado su capacidad interna de autosalvación, hundido, sin alternativas en el horizonte, Jesús es el nuevo hombre. Pablo comprenderá a Cristo como «el último Adán» (1 Cor 15, 49), como el futuro del hombre, el único capaz de asumir la tarea de origi­ nar, de generar de nuevo al hombre para una existencia auténtica ( l Cor 15, 22. 44-49), asentada en la justicia y en la santidad verdaderas (Ef 4, 24), recreando en su propia carne a judíos y paganos en un solo hombre nuevo (Ef 2, 15). Esta presentación de Jesús como futuro del hombre, como su hori­ zonte, es una de las más fecundas y dinámicas, a la vez que optimista y portadora de creatividad. La irrupción de Jesús en la historia no es asimilable desde las cate­ gorías «antiguas»; su mensaje no es homologable con lo «precedente»; el proyecto humano resultante difiere cualitativamente de los modelos retenidos en su tiempo como «canónicos», de ahí la exigencia: «a vino nuevo, odres nuevos» (Me 2, 22). La moral neotestamentaria, pues, no es una moral «reproductiva» o «nostálgica» del pasado y sus modelos éticos. Esta ha sido una ten­ tación no superada en ocasiones por cierta normativa eclesiástica. ¡Su modelo no descansa en una tumba! (Le 24, 1-8). El creyente aparece llamado, urgido a la tarea de pasar cada día, en sus opciones concretas, de la muerte a la vida, de lo viejo a lo nuevo. Y desde esta perspectiva, la moral cristiana es una moral de creación, una moral de esperanza, una moral pascual 34. E l c r is t i a n is m o y l a n o rm a : R a d ic a lis m o l i b e r a l Quizá pudiera extraerse de las precedentes reflexiones la impresión de que el cristiano es «un hombre-sin-ley», un anomista. Creador de valores, llamado a un régimen de libertad, dinamizado por el Espíritu, el creyente no rehúye el cumplimiento de la norma, y en esto manifiesta su solidaridad con los hombres: «Acatad toda ins­ titución humana por amor del Señor..., y esto como libres ; es decir, 34. R . L a rra ñ e ta , o . c ., 329-335.

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