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1 0 4 DOMINGO J. MONTERO La exigencia ética de solidaridad preconizada por el NT no puede renunciar a unas matizaciones. Ha de revestir las siguientes notas: — Apertura: descubriendo en los otros horizontes de salvación 33. La palabra del hombre no puede ser desoída, silenciada, ignora­ da o tergiversada por la Iglesia. La asunción de la contempora­ neidad es una exigencia de identidad para el cristiano. Percibir los signos de los tiempos como portadores de revelación es el reto a la tentación involucionista. — Solidaridad con la verdad y no con los intereses: toda solida­ ridad que excluya o evite la autocrítica de objetivos es una manipulación para confundir la verdad con el programa del grupo. — Solidaridad positiva y creadora: la solidaridad no puede consi­ derarse como mera concurrencia, que puede ser instrumentaliza- da. No basta asentir, o no disentir. La solidaridad puede, y deberá, en ocasiones, adoptar la forma de contestación frente a la absolutización deificante de normas, situaciones o institu­ ciones. Ser solidario no es coincidir sino construir. — Conciencia de servicio: un proceso solidario no ha de estar pre­ sidido por el deseo de recibir cuanto por la voluntad de dar. Por eso, el cristiano no ha de buscar servirse, sino, desde su peculiaridad de persona creyente, ofrecer el servicio: la alegría de la fe, el gozo de la esperanza y el fervor de la caridad (Flp 4, 8; cf Act 31 ss.). — Una solidaridad hecha escucha atenta del sermón del monte: No para canonizar situaciones de segunda clase. En muchos ca­ sos la pobreza, el hambre, la desnudez, la persecución, las lá­ grimas, no son signos de la presencia de Dios sino de su ausen­ cia. O, en todo caso, de una presencia dolorosa, sufriente. Son expresión de una situación humana deteriorada hasta límites de injusticia y opresión tales que exige una respuesta eficazmente proporcionada para cambiar tal estado de cosas. El hombre nuevo La novedad se presenta como el resultado global a obtener de todas las opciones del cristiano. Todo ha de desembocar en una «criatura nueva», en una «nueva humanidad» (Gál 6, 15). 33. Lumen Gentium 8.

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