PS_NyG_1980v027n001p0061_0086

SAN FRANCISCO EN EL PENSAMIENTO. 67 mente en Cristo la plena comprensión de la obra de Dios. Esta com­ prensión, traducida en sentimiento y vida, motiva la alegría triunfal que inunda al filósofo en los breves años posteriores a su conversión total al catolicismo l3. 3 . P r im e r e n c u e n t r o c o n s a n F r a n c is c o En este análisis de la conversión de L. Coimbra topamos ya de soslayo con san Francisco. Sant’Anna Dionisio veía en este santo un ejemplo modélico de conversión instantánea, de súbita metamorfosis espiritual. L. Coimbra (filho) le acusa de desconocer el desarrollo de la santificación del mismo. Le reprocha el no advertir la escala ascensional que el hijo de Pedro Bernardone recorre desde la zona abrupta de la casa paterna hasta la apoteosis de su glorificación espiritual en el monte Alvernia... «Entre estos dos períodos excepcionales, escribe L. Coim­ bra (filho) hay todo un largo camino de asalto a la santidad» '6. Sólo un esfuerzo penitencial y disciplinado pudo lograr la conquista de aquella espiritualidad, modélica en los campos de la hagiografía cris­ tiana n. Con el ejemplo de san Francisco ante sí, L. Coimbra (filho) cree poder aclarar la línea dura y constante, seguida por su padre hasta llegar a la meta. Interpretar esta larga subida como mero esfuerzo de la inte­ ligencia que busca por sus medios tantear los vestigios de la verdad, es desconocer que la acción de Dios se acopla a las exigencias humanas. L. Coimbra buscaba por doquier la verdad científica, pero más aún la verdad religiosa. Esta su perenne búsqueda fue su respuesta a la lla­ mada de Dios. L. Coimbra no pecó nunca contra la verdad. Salió, más bien, al encuentro de su Dios con la respuesta de su entrega total. No concluyamos de aquí que la conversión de L. Coimbra fue la de un santo. Esto de seguro nunca lo pretendió decir la piedad filial del hijo. Pero sí que el gesto religioso de padre fue efecto, no de móviles hu­ manos, intelectuales o culturales, sino algo mucho más profundo: fue el encuentro de su espíritu con su Dios. Si volvemos ahora sobre estos análisis para leer en ellos elreflejo que nos dan de la personalidad de L. Coimbra, llegamos a las siguientes conclusiones sobre esta personalidad, tan rica en matices de contenido. 15. O. c„ 56-58. 16. O. c„ 54. 17. O. c„ 54-56.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz