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SAN FRANCISCO EN EL PENSAMIENTO. 65 moral, perturbante y perturbador8, acuciaba aquella mente hacia la pro­ blemática. Esta natural inquietud, comenta L. Coimbra (filho), le im­ pelía a buscar certezas dogmáticas sobre lo esencial. En un evocador recuerdo de coloquios íntimos afirma que su padre pronunciaba entre lágrimas estas palabras tan decisivas en una vida atravesada por el « inquietum est cor nostrum »: Certeza, Alegría, Paz...9. c) El momento de la conversión Sant’Anna Dionisio hace girar la conversión en torno a la enferme­ dad del hijo, que lleva al padre a una desesperación tal que lo lanza en brazos del desconocido misterio cristiano. Perder al segundo hijo era demasiado para el entrañado padre. De aquí concluye Sant’Anna que la conversión de L. Coimbra no fue cristiana l0. El hijo, tan inserto en este relato de conversión, niega rotundamente la interpretación de Sant’Anna por dos motivos muy válidos. El primero es que antes de su enfermedad su padre ya había manifestado públicamente su decisión de vincularse definitivamente al cristianismo. El segundo está fundado en que las dolencias del hijo nunca fueron juzgadas graves por su padre, al que no alarmaron de modo preocupante. Por lo mismo, la desesperación a lo Kierkegaard que supone Sant’Anna no tuvo influjo sustancial en la aceptación de la verdad cristiana por L. Coimbra ", Desvelando incidentes de la vida íntima familiar, tan significativos en sí mismos, confiesa L. Coimbra (filho) que él se sintió un tiempo incli­ nado al espiritismo. Su padre, sin embargo, le puso en guardia contra este larvado espiritualismo, proponiéndole en su caminar hacia el espí­ ritu el texto iluminado del prólogo del evangelio de san Juan: «In ipso vita eral». También recordaba el padre a su hijo el pensamiento de Pascal en el que éste habla del hombre como abismo infinito, capaz de ser saciado sólo por Dios. Otro texto de san Juan en el Apocalipsis, en el que se llama a Jesús Alga y Omega, lo llevaba grabado L. Coimbra en su conciencia, que parecía palpar el vacío, al desasirse de este divino sostén, consciente de llevar al Todo temblando ante la Nada. De todo ello concluye el hijo que la conversión de su padre sólo puede entender­ se desde sus ansias de ser hasta encontrarse con el Ser Eterno en 8. S a n t 'A n n a D., o . c ., 105. 9. L. C o im b r a (filho), o. c., 18-19. 10. S a n t 'A n n a D., o . c ., 84-91. 11. L. C o im b r a (filho), o. c., 22-23. 5

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