PS_NyG_1980v027n001p0061_0086

8 2 ENRIQUE RIVERA Edén con una saudosa alegría del Reencuentro»61. El hombre siente este mundo como un destierro porque la visión edénica que tenía el primer hombre ha desaparecido en esta tierra de pecado. Por ello vive en «saudade», es decir, vive con el recuerdo de lo que perdió, cuya ausencia llora, y con la esperanza de recobrar el bien perdido. Con pe­ netrante intuición L. Coimbra percibe aquí que en medio del dolor de la ausencia hay en el alma de Francisco una alegría «saudosa» que proviene de la seguridad del reencuentro. Desde otra perspectiva se adentra L. Coimbra en la «saudade» de san Francisco cuando contempla a éste iluminado del fuego divino que le hace ver todas las cosas bañadas de luz celestial. Los ojos de Francisco se parecen entonces, dice nuestro pensador, a los ojos del niño, vuelto hacia una «saudade» misteriosa que parece evocar sus orígenes. En ese momento el santo respira el milagro del acto creador. Su mirada hacia los orígenes del cosmos es una mirada de intensa «saudade» cósmica 62. Culmina esta visión de la «saudade» franciscana, tal como la per­ cibió L. Coimbra, en la contemplación del amor que todo lo inunda al mismo tiempo que todo lo aúna y engarza. En este fuego de amor, escribe L. Coimbra, se han de encontrar un día los amigos y las «saudades» que milenios de frigidez habían separado63. La «saudade», como sentimiento metafísico, es concebida por L. Coimbra como una poderosa fuerza espiritual que nos abre a los difíciles caminos de la esperanza. Nuestra ulterior reflexión lo pondrá esto aún más en claro. 2 . S a n F r a n c is c o m e n d ig o d e D io s Ya hemos visto cómo la pobreza entra a formar parte de la ideología de L. Coimbra. Pero no la pobreza como carencia de bienes materiales, sino la pobreza metafísica en cuanto conciencia de que todo nuestro ser es una dádiva de Dios, sin pertenencia alguna nuestra. Por esta vertiente este pensador percibe la pobreza franciscana que niega con radicalismo toda consistencia a las cosas, para verlas exclusivamente como don divino. La consistencia en sí de las cosas es proclamada por lo que L. Coimbra llama mundo objetivo, ese que está frente a nosotros y que nos desafía a todas horas con su hechos y problemas que intentamos aclarar y resolver con nuestros saberes científicos. 61. S. Francisco..., 83. 62. O. c., 146. 63. O. c„ 153.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz