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SAN FRANCISCO EN EL PENSAMIENTO. 79 fueron hechas por El». El breve comentario a esta acción del Verbo resume la metafísica cristiana de L. Coimbra. Dice así: «(El Verbo) es el sol inteligible descendiendo voluntariamente a iluminar la indecisión platónica; es la respuesta de Dios a la insuficiencia angustiosa (le los hombres» 53. Hemos constatado que L. Coimbra hizo de la concepción platónica de las ideas uno de los goznes de su pensar. Ahora tenemos que anotar la radical deficiencia de que la acusa. Esta deficiencia se halla primera­ mente en situar las ideas separadas de las cosas y dejar, por lo mismo, este mundo vacío y sin luz. L. Coimbra afirma que es necesario que este mundo vacio, tal como lo vio Platón, sea perenchido por el Dios de la Gracia y de la Caridad, por la posibilidad de la vida deiforme, por la adopción que transmuta al hombre nacido en el dolor en hombre renacido en eternidad para vivir en comunión con el Infinito 54. No se objete que en este momento L. Coimbra brinca sobre el abismo del orden natural al sobrenatural. Porque este salto lo ad­ vierte tan sólo el frío análisis intelectual, una de cuyas misiones es distinguir netamente los distintos campos de la realidad. Pero la vida echa un puente sobre estos abismos, al sentir que gracia y naturaleza se abrazan en el seno de Dios. Para comprender este abrazo que se inicia ya en el acá del tiempo es tan sólo necesario recobrar la inocencia primera, la de la visión edénica. Entonces todo el cosmos se admira como obra de Dios en una visión grandiosa y triunfal. L. Coimbra multiplica en este momento las comparaciones para hacer sentir la belleza de este cosmos, que es irradiación de la bondad divina y que tiene por aglutinante el amor. La mujer hermosa, la risa infantil, el arco iris en el cielo, son para él símbolos de un mundo pleno de alegría, en fiesta de alborada. El mundo se ha transformado para L. Coimbra en un sacramentum mundi, es decir, en un signo sa­ grado que transporta la acción divina a nosotros y nos traslada a todos al abrazo de D ios 5:>. De nuevo el pensamiento platónico tan idealista y tan decepcio­ nante, nos adentra en la mundividencia de L. Coimbra. Alaba este pen­ samiento por ser un alto y noble batir de alas hacia lo inteligible, real y sustancial. Pero lamenta que vea en la materia una provocación al 53. A Riíssia..., 17. 54. O. c„ 45. 55. A Alegría..., 73.

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