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78 ENRIQUE RIVERA conocer esta absoluta y total dependencia es impregnar nuestra alma de esa humildad metafísica por la que nos colocamos con toda verdad en nuestro puesto47. La segunda virtud es la castidad. Para L. Coimbra puede tomar dos vertientes. La primera es la de la unión sexual a la que define como «sacrificio del egoismo en el altar de la especie»4S. La segunda ver­ tiente es la que toma el célibe que renuncia a la unión en la carne para lograr «una supremo participación en las ansiedades del espíritu»49. La tercera virtud es la esperanza. L. Coimbra ve que el mundo puede dar cabida al mal, que no es más que un des'amor que altera las relaciones de los seres. Pero el mundo acabará indefectiblemente en una parusía de plenitud de vida y de verdad. Con entusiasmo escribe que esta gran metafísica cristiana no es una simple hipótesis en socorro de nuestra ineludible desgracia sino que es todo un «fulgor de espe­ ranza». Este fulgor todo lo ilumina. La luz de esta alborada es el dis­ frute de la entusiasta alegría del vivir30. Esta alegría la tercera nota que queremos señalar en la mundividencia de L. Coimbra. c) Alegría triunfal Es una constante en el ideario de L. Coimbra su evocación de la alegría mañanera que hace sentir su acento exultante por todo el cos­ mos. La ve reflejada lo mismo en la alondra que alza su vuelo matinal que en el semilenguaje del niño, parlero como cotorra de agradable vibración51. El comentarista de L. Coimbra no puede contentarse con anotar estos dichos poéticos. Debe penetrar en lo que éstos reflejan. Pues bien; pensamos que la ¡dea sustancial que late en ellos se resume en la expresión de L. Coimbra cuando afirma el triunfo de un nuevo fiat frente al caos52. Este triunfo ya lo proclama desde sus primeras obras. Pero en las últimas esta mundividencia se vincula a la metafísica cristiana del Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas y, que a su vez, se refleja en ellas. En este humanismo el punto de partida y al mismo tiempo su apoyo y sostén lo halla en los primeros versos del Evangelio de san Juan: «En el principio era el Verbo... Todas las cosas 47. A Alegría..., 256-262. 48. O. c., 99. 49. O. c„ 102. 50. A Rússia..., 50. 51. A Alegría..., 22. 52. O. c„ 20.

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