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SAN FRANCISCO EN EL PENSAMIENTO. 75 L. Coimbra, a su más elevado pensamiento que él mismo ha llamado « mundividcncia ». En esta cumbre queremos instalarnos por breves mo­ mentos para otear desde aquí el magnífico panorama que se nos ofrece. a) Visión platónico-agustiniana La primera perspectiva que nos ofrece L. Coimbra desde esta cum­ bre es la respuesta platónico-agustiniana al problema ontológico de la primacía entre las ideas y las cosas. Casi siempre la filosofía se había declarado desde la metafísica de Aristóteles por la primacía de las cosas. Pero Platón vio en las cosas un mero reflejo de las ideas trascendentes. Exageró indudablemente Platón al ver en la cosa real tan sólo un reflejo de las ideas. Pero para siempre hizo ver que la cosa sólo es factible como concreción de una idea que la trascienda. Por lo mismo, antes de las cosas son las ideas. Platón las colocó en un lugar celestial que nadie ha visto. Pero un gran esfuerzo del pensamiento cristiano corrigió este desatinado localismo para situar las ideas en la misma mente divina. Con frase densa e inolvidable ha podido escribir san Agus­ tín: «Nosotros conocemos las cosas porque son; pero las cosas son porque Dios las conoce» 38. Sólo por este conocimiento que Dios tiene de las cosas el mundo adquiere sentido y el pavoroso caos, tan temido del mundo antiguo, es eliminado del campo de la realidad, iluminada para siempre por la idea divina. Esta bella perspectiva platónico-agustiniana es la de L. Coimbra. El mismo nos dice que el universo entero que Platón contempló con ojos de anamnesis, es decir, en cuanto evocador de las ideas eternas, el pensamiento cristiano lo contempla inundado por el fuego del Verbo divino39. Hasta el saber positivista que quiere atenerse al dato expe­ rimental tiene que ser iluminado, según L. Coimbra, por las ideas pla­ tónicas. Sólo estas ideas son capaces de dar la amplitud suficiente a los análisis y síntesis hipotéticas, alma del trabajo científico w. Tan con­ vencido estaba este pensador de que la idea prima sobre la cosa de tal suerte que sólo desde la idea pueda ésta ser explicada. La metafísica nos lleva en este momento al prólogo del Evangelio de san Juan. De él 38. Confessiones XIII, 38, 53. 39. S. Francisco..., 125-126. 40. O. c., 97. Desarrolla más ampliamente esta tesis del platonismo en el influjo de la ciencia, una de las constantes de su ideario, en la obra: A razüo Experimental.

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