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7 1 ENRIQUE RIVERA nada ante la propia conciencia y ante la conciencia ajena34. Veremos más tarde con cuánta hondura aplica estos conceptos de pobreza y de limosna al tema franciscano. Ahora queremos llamar la atención sobre la llamada que hace resonar nuestra pobreza metafísica. L. Coimbra ve cómo la pobreza, que es indigencia ontológica, revela la dependencia del hombre respecto del Creador, y cómo la limosna de ser que otorga el Infinito la pone tan en evidencia como el men­ drugo de pan la del «por-diosero». De esta dependencia surge en el hombre un clamoroso llamamiento. Este llamamiento viene a ser de hecho un diálogo entre la plenitud de Dios y la nada del hombre. Dios da y comunica sus dones a las creaturas por la Palabra que sale de su boca. En empalme con el prólogo del evangelio de san Juan, L. Coimbra contempla toda la creación como la Palabra Eterna encar­ nada. En el plano antropológico esta Palabra entra en diálogo con el hombre. Desde abajo el hombre clama en su sensación de angustia ante la nada. Pero advierte que allá arriba hay otra llamada que le incita a ascender. L. Coimbra escribe en este momento dos líneas que resumen este tema tan sustancial de su pensamiento: «La limosna del Ser. Es esta la visión cristiana de la Vida y del Universo. O la Nada o el Infinito: aquélla subiendo por gratuita dádiva de éste a la cate­ goría del Ser»35. En una fórmula que citamos en su lengua original resume L. Coimbra esta su concepción del hombre al llamarlo: «Ca- minheiro do Infinito » 36. «Piérdese este hombre, sigue comentando, abrásase de sed, extínguese de hambre, sus pies sangran en el desierto calcinado, pero la palmera verde anuncia el agua que apaga la sed, cuan­ do ya el hogar hospitalario avisa con el humo de que hay pan, calor y agasajo para el pobre que viene fatigado» 37. Al frígido intelectualista tenemos que recordar que L. Coimbra no renunció nunca a la lógica afectiva. No se maraville, por lo mismo, de que hallemos esta lógica en nuestro avanzar por las alturas metafísicas de aquella alma hondamente apasionada. 3. E l MUNDO, FIESTA DE MADRUGADA Llegamos en este momento a la alta cumbre de la metafísica de 34. O. c., 148. 35. O. c., 145. 36. O. c„ 149. 37. O. c., 150.

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