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SOBRE TEMAS ETICOS DE ACTUALIDAD 409 preclaros que encierra. Señalemos algunos de más relieve. Primera­ mente es de notar su preferencia por la moral de comunidad frente la moral individual, sobre todo desde el punto de vista cristiano, que señala la unión de todos en Cristo como pauta de nuestros deberes fundamentales. Otro mérito de esta ética es haber puesto muy en relieve la propia responsabilidad en el obrar, a la que vincula estas dos notas, juzgadas un día antagónicas: la obediencia y la libertad. El acto moral es siempre un acto de obediencia a una norma; pero al mismo tiempo debe realizarse con plena libertad, para que llegue a ser la acción de un hombre maduro y responsable ante Dios y ante sí mismo. Un tercer mérito es haber puesto el centro de la actuación fáctica en el presente, contra toda clase de ilusionismos respecto del futuro. En el presente, Cristo nos habla y pide nuestra colaboración a su obra. Estos métirtos, sin embargo, no pueden impedir el que anotemos los puntos débiles de la misma. Ya el libro de V. J. Bourke hizo ver el peligro de un atenerse tanto al presente que acabe la moral en mera exigencia de la situación. También hay un inmenso peligro de fideís­ mo en la ética de Bonhoeffer, inaceptable ante las mínimas exigencias de la razón. Si tácticamente un cristiano puede y debe poner el punto de partida de su moral en Cristo, sin tener para nada en cuenta la temática filosófica sobre la existencia de Dios, en una visión sistemá­ tica no puede prescindirse del Dios de la filosofía. De lo contrario, ¿qué sentido tiene preguntarse por la revelación de Dios en Cristo si ignoramos que Dios existe en verdad? El fideísmo de la primera hora protestante hace aquí su aparición. Pero esta postura es mani­ fiestamente inconsistente. También son discutibles ciertos radicalismos de Bonhoeffer por lo que toca a la secularización. Del abuso de un Dios Providente, que desciende al oficio de «fontanero» para arreglar nuestros desperfectos, no se debe concluir a una visión ética prospec­ tada exclusivamente desde las exigencias del hombre. Tenía razón San Agustín cuando afirmaba que si la vida ciudadana se funda en la jus­ ticia, la primera justicia es la referente a los deberes para con Dios. Esto lamentablemente se ignora en esta ética, cuyo teocentrismo es más perspectiva en lontananza que exigencia inmediata de una existen­ cia humana ética. 4. La obra de W. Dunphy es una colecció de ensayos sobre la «nueva moral», que tiene como punto de referencia el dilema de la continuidad o la discontinuidad en la misma. Parten estos estudios de

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