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4 0 6 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA en la intersubjetividad histórica. Esta inserción de la moral en lo his­ tórico motiva, a su vez, la necesidad de la hoy día desacreditada casuís­ tica, al mismo tiempo que se señalan los justos límites a la misma. Otra peculiaridad de esta obra es la intersección en élla de la me­ tafísica transcendental con la moral y de ambas con la teología de la Encarnación. E l título de un apartado basta para mostrar a dónde apunta esta nueva dirección de la moral: La historia de salvación como subjetividad escatológico-transcendental mediada en Cristo (p. 157). De aquí deduce K. Demmer el principio metódico en la construcción de la teología moral para lograr de esta suerte su plena fundamentación. Con gozosa simpatía vemos este esfuerzo por cimentar la moral tradicional desde una perspectiva tan ajena a aquella moral y tan abierta a la metafísica actual. Y esto lo decimos pese a nuestro convencimiento de que el método transcedental es un método muy pretencioso, pero a la larga una vía muerta para la metafísica. A fortiori para la moral. Es mucha la pretensión de este método; pero no se adecúa a los mo­ destos límites de la razón humana, muy a ras de tierra, muy ligada a la sencilla realidad empírica que irá desvelándose ante nosotros, si somos capaces de realizar el esfuerzo de la mirada sencilla para verla. Ya W. Hoeres ha levantado fuertemente la voz contra este transcen- dentalismo en Alemania. En España la metafísica de Zubiri es un cla­ rividente alegato, muy silencioso pero muy eficaz, frente a las irreali­ zables pretensiones del método transcendental. Y nos tememos que por esta vía del método transcendental el hombre acabe hundido por empi­ narse demasiado. Simpatía y miedo provoca este libro y esta dirección del pensamiento, tanto en metafísica como en la vertiente ética que esta obra describe. 4. Sólo de un modo muy vago el título de la obra de M. Corvez señala su contenido. Es cierto que versa toda la obra sobre las rela­ ciones del ser y la conciencia, pero lo hace exclusivamente desde la vertiente metafísica de la interpretación ontològica del ser en cuanto en éste aflora la conciencia. Esta relación entre ser y conciencia es estudiada en tres grandes pensadores, Sartre, Heidegger y Santo Tomás de Aquino. Apenas hallamos novedad alguna en la descripción de «ser- en-si» y el «ser-para-si», según Sartre. También es sabido cómo éste inserta la conciencia dentro del «ser-para-si», y cómo la conciencia en su actuación existencial va creando la esencia. Tiene, sin embargo, esta exposición el mérito de la diafanidad, muy difícil de ser logrado en esta ocasión. A su vez la ontologia de Heidegger, expuesta aquí en

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