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4 1 8 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 2. M. Oraison es un médico que después de aceptar la llamada sacerdotal sigue cultivando el estudio de los problemas de la vida cris­ tiana a la luz de la técnica médica. No ha rehuido la utilización de los métodos freudinaos, aunque cree mantenerse dentro de un uso legítimo de los mismos. En este libro aborda el tema del celibato. Tiene el acierto de no hacerlo cara a la galería sino desde un análisis psicológico profundo. Su distinción entre celibato positivo y negativo puede ser fecunda. En efecto; hay quienes renuncian al matrimonio por su incapacidad para dar un «sí» rotundo en su vida. Mil complejos se lo pueden impedir. El resultado de este celibato será siempre poco satisfactorio a no ser que sepan los que se ven forzados al mismo a hacer de la necesidad virtud, como dice el refrán, y hallar en el celibato un camino de autorrealización, para ellos imposible por la vía del matrimonio. El celibato positivo es consciente de responder a una llamada que le incita a vivir de sí mismo y por sí mismo. Pero puede caer en la dinámica de la agresión, de la petulancia y en otros defectos. Sin embargo, estas desviaciones no deben impedir ver en este celibato una senda de plenitud y de vida. Recordamos que el P. Lacordaire predicaba en Notre Dame: «La Iglesia tendrá mártires mientras tenga vírgenes». La sentencia de La­ cordaire coincide con la tesis de M. Oraison. Pero la perspectiva de Lacordaire es desde arriba, mientras que Oraison mira haca abajo. Son distintos puntos de vista. Ambos se deben tener en cuenta para valo­ rar justamente las diversas doctrinas. En toda caso, jugamos que Orai­ son ha debido tener más en cuenta la otra vertiente a la que respeta, pero en la que no quiere entrar. ¿Por qué no en un libro como éste, escrito por un sacerdote? 3. Cerramos este largo elenco del libros sobre moral con la men­ ción de la obra de E. Elorduy sobre el estoicismo. Fueron, indudable­ mente, los estoicos quienes más cultivaron las preocupaciones éticas en un momento en el que el mundo antiguo perdía su primavera cul­ tural, irrepetible hasta el presente. E. Elorduy es un especialista sobre este tema. Hemos seguido muy de cerca sus múltiples publicaciones y celebramos la ingente cantidad de datos que aporta al conocimiento de la época de los estoicos. Pero no acabamos de ver la línea de sín­ tesis que se ha intentado en la obra que presentamos. Hacemos justi­ cia a algunos de los aspectos estudiados, como el de la metafísica del Logos, el de la persona y los problemas sociales. No sucede lo mismo en el tema importante da la Lógica Formal. Hoy la historia de este

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