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4 1 2 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA que estamos comentando el final de la Prima Secundae de la Summa Theologica de Santo Tomás. Nos hallamos, pues, ante un mensaje tra­ dicional puesto al día. 2. El Cardenal Garrone, antes de serlo, compuso este breve tra­ tado que dedica a sus compañeros de cautiverio. Tiempo muy apto para reflexiones morales, como en el caso paralelo de D. Bonhoeffer, según ya dijimos. Pero qué perspectiva tan distinta la del futuro Car­ denal y la del teólogo protestante. Este sintió sobre sí el enorme peso de la secularización y quedó aplastado por élla. Garrone se eleva a la serena perspectiva de las virtudes cristianas y contempla desde la lobre­ guez de su cárcel cómo la caridad debe seguir siendo el centro de referencia de la vida moral. Vincula la caridad al tema de la per­ sona como abertura a otro y que halla en la comunidad su plenitud. De la caridad pasa a describir las virtudes cardinales que expone de modo preciso y atrayente pero sin especial novedad. Esta la hemos encontrado al comentar esas virtudes que han recibido en ocasiones el nombre de delicadas y pequeñas: la mansedumbre, la afabilidad, etc... Hondamente humano nos ha parecido su análisis de la estudio­ sidad, como deseo de desvelar el misterio del mundo, deseo que incita al hombre de hoy en sus investigaciones. Igualmente lo es al señalar que los buenos modales y la jovialidad son auténtico ejercicio de vir­ tud, aunque solamente se las vea a veces desde la simpatía que irradian. 3. La nueva perspectiva de la ética y de la moral cristiana que nos ofrece Van der Marck es más un «toward-hacia» que una con­ quista lograda. Toma el autor conciencia del surgir renovado que se advierte en este campo tan comprometido de la moral. Pero se limita exclusivamente a recordar los viejos principios tradicionales, tomados sobre todo de la Summa Theologica de Santo Tomás. Dadas las pe­ queñas dimensiones del libro no hay espacio más que para insinuar problemas que han de ser ulteriormente desarrollados. Ni siquiera la distinción básica entre ética y teología moral se cuestiona con la exi­ gencia que merece. Esto desde el punto de vista histórico tiene una significación primaria por cuanto es Aristóteles el gran representante de la Etica en el mundo antiguo, asumida al máximo por Tomás de Aquino, representante de la teología moral. Esta relación histórica pudiera aclarar muchos problemas del humanismo cristiano del día de hoy.

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