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378 DOMINGO MONTERO V alorando estos razonam ientos podemos concluir que es p aten te la no exigencia teórica de la concepción virginal respecto a esos datos, pero no queda dem ostrado la no existencia real de la concepción v ir­ ginal y de su conexión con los mismos. Si ésta es la conclusión respecto a la afirmaciones que de p artida parecían favorecer la concepción virginal, ¿qué puede decirse de aque­ llas formulaciones cristológicas que, de alguna m anera, parecen chocar con los contenidos de la concepción virginal: la preexistencia del H ijo de D ios y la hum anidad de Jesús? Respecto de la prim era, W . Pannenberg afirma que «la leyenda de la concepción virginal se encuentra, p o r su contenido, en una con tradi­ ción insoluble con una cristología de la encarnación del H ijo de Dios p reex isten te tal como se p resen ta en P ablo y Ju an» 22. E n su análisis del cam ino recorrido po r la configuración del pensam iento cristológico neotestam en tario sitúa a la concepción virginal y a la preexistencia como exponentes, independientes, del últim o estadio, retro trayendo la singularidad de Jesús a su m isma concepción (M ateo y Lucas) o a la preexistencia (Juan y Pablo). H ab ría sido ob ra de la tradición pos­ terio r la interconexión de ambas representaciones. Muchas matizaciones se imponen a estas sugerencias de P annenberg. A dm itiendo la tensión teórica en tre ambas formulaciones, ¿no es p re ­ cipitada la calificación de «contradición insoluble», y mucho más arb i­ trario dar a una (preexistencia) la primacía sobre la o tra (concepción virginal)? 23. E l hecho de que no aparezcan expresam ente conectadas en el NT , ¿significa que sean irreconciliables? ¿po r qué no ha de con­ siderarse como un paso de genuina autenticidad en el desarrollo de la cristología la conexión en tre preexistencia y concepción virginal? 24. Tam bién la afirmación de la hum anidad de Jesús presen ta sus in ­ terrogantes respecto al modo de su aparición en el mundo de los hom ­ bres, propugnado po r la concepción virginal. ¿P uede ser verdaderam en­ te humano quien elude uno de los mom entos más cualificados de la hom inización? P o r o tra p arte, esta tensión se extiende al tema de la 22. W . P annenberg , Fundamentos de cristología, Salamanca 1974, 177-78. Excluye la tentativa conciliadora de K. Barth. 23. X . P ik aza , o. c., 298. 24. P. B enoit , Preexistence et incarnation, en 1\B 77 (1970) 5-29; advierte de la necesidad de no identificar sin más el lenguaje dogmático con el lenguaje bíblico sobre la preexistencia, situando a este concepto en una noción de «tiempo de salvación», cualitativamente diferente del tiempo de los hombres (cf. X . P ik a za , o. c., 235-257. 296-299).

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