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CONCEPCION KANTIANA DEL HOMBRE 3 6 3 H e aquí una concisa exposición de los tres postulados: «E l p ri­ m ero (la inm ortalidad) se deriva de la condición prácticam ente nece­ saria de la adecuación de la duración a la integridad del cum plim iento de la ley moral. E l segundo (la libertad) de la necesaria presuposición de la independencia del mundo sensible y de la facultad de la determ i­ nación de su voluntad, según la ley de un m undo inteligible, es decir, de la libertad . E l tercero (D ios) de la necesidad de la condición que exige ese m undo inteligible para ser el supremo bien independiente, esto es, la existencia de D ios» I4. A lo largo de toda la Crítica de la razón práctica nos está hablando constan tem en te K ant de lo que luego tratará ex profeso en el apar­ tado V II del capítulo I I del libro segundo bajo el títu lo : «D e cómo una ampliación de la razón pura en sentido práctico es posible pensarla sin amplificar con eso al mismo tiempo su conocim iento como especu­ lativa». La exigencia de la razón pu ra en su uso especulativo conduce a meras hipótesis, m ientras que su exigencia en el uso práctico conduce a postulados. La inm ortalidad, la lib ertad y D ios son las tres ideas de la razón especulativa, que no son en sí conocim ientos, pues no puede determ inarlas; nada puede afirmar ni negar de ellas sino es dialéctica­ m ente, dando lugar a los paralogismos, las antinom ias y al mero ideal trascendental. La inm ortalidad, la libertad y D ios son los tres objetos de la razón pu ra práctica que constituyen verdaderos conocim ientos, pues los d eter­ m ina sin dar lugar a las contradicciones dialécticas. P ero esta ampliación de la razón práctica es una ampliación prác­ tica, que en nada amplía el conocim iento teórico (especulativo). Todos los hallazgos de la Crítica de la razón práctica, incluido el hecho de la ley moral, son algo de cuya realidad objetiva nada puede afirmar ni negar la razón pu ra especulativa. E l dogmatismo práctico deja intacto el agnosticismo teórico. Y ahora es cuando surge aquella p regunta que se hacía O rtega en su famoso artículo La filosofía pura (qu e él calificó de «anejo» a su folleto Kant): « ¿Q u é es, hablando con precisión y lealtad, la «razón práctica», esa razón que a diferencia de la teórica es «incondicionada», absoluta, bien que válida sólo para el sujeto como tal y no para las cosas de la ciencia física ni de la m etafísica?». 14. I d ., o. c., 124 .

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