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368 MAXIMILIANO PARTOS MARTINEZ Si la in terp retación que acabamos de hacer no está desprovista de todo fundam ento , entonces podemos hablar de las dos Criticas como filosofías de la tendencia y de la razón respectivam ente. La razón pura especulativa es la facultad del conocim iento cien­ tífico, la facultad que conoce «lo que es». La razón práctica es la facultad del conocim iento eudemonológico, la facultad que conoce «lo que debe ser». Ahora la cuestión es deslindar y luego con fron tar en tre sí los hori­ zontes de la tendencia y los objetos de la razón, tal como aparecen en la filosofía crítica. Lo correspondiente a los objetos de la razón de la filosofía pura de la razón son, en la Crítica de la razón pura, las Ideas de la D ialéctica trascendental. Lo correspondiente a los horizontes de la tendencia de una filosofía pu ra de la tendencia son, en la Crítica de la razón práctica, los postulados de la razón práctica. P o r lo p ron to , hay que conseguir la correspondencia en tre las tres Ideas y los tres postulados. La única bru squedad que se nota está en la correspondencia en tre la Id ea de mundo y el postulado de la lib er­ tad. «L ibertad-causalidad» es la tercera de las antinom ias de la D ia­ léctica trascendental. A dviértase que no se trata de mundo em pírico, sino de mundo inteligible. H ay tres parejas formadas por una Idea y u n postulado, correspondientes a cada una de las tres ramas de la metaphisica specialis. E n cuanto a los postulados de la razón práctica, in terp retad a como eudemonología, bien se los puede considerar como horizontes de la tendencia. Recordemos: «yo quiero que exista un D ios, quiero que mi existencia de este mundo sea tam bién, fuera del enlace n atu ral, una existencia en un m undo racional pu ro ; quiero, finalmente, qu e m i duración sea infinita, persisto en ello y no me dejo arreb atar esa fe». P ero po r lo que respecta a las Id eas, nada tan lejos de la verdad que considerarlas como objetos de la razón. Ju sta ­ m ente lo contrario. Las Ideas tienen solamente una función pu ram ente reguladora. Nada podemos saber, en el sentido científico, de su exis­ tencia o inexistencia reales. Los objetos de la razón de una filosofía pura de la razón, han de ser en cambio descubiertos, conocidos (en el sentido científico-filosófico) «determ inados». Si es una filosofía pu ra de la razón positiva, dem os­ trará que esos objetos existen realm ente. Si esa filosofía de la razón es negativa, dem ostrará que no existen realm ente.

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