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346 ANTONIO PINTOR-RAMOS Si esto se aplica con rigor, resu lta que la idea de filosofía que preconiza H usserl pertenece aún al conglomerado ideológico que con form a la m odernidad, de cuyas raíces secretas sigue aún alim entán dose. Entonces no resulta difícil establecer una línea filosófica ideal d en tro de la m odernidad, cuyo últim o p un to es precisam ente H u sserl, pero que enlaza en su ideal con el prim ero, con D escartes. La referencia se impone desde el m om ento en que ambos quieren con stru ir una filosofía que, a im itación del modelo m atem ático, ofrezca un saber rigurosam ente exacto. H u sserl, escribe Z ub iri refiriéndose directam ente al artículo program ático de Logos, «propugna resueltam ente la nece sidad de hacer tam bién de la filosofía una ciencia de evidencias apo- dícticas y absolutas. N o hace sino referirse, en últim a instancia, a la obra de Descartes» ,0:!. E sto explica, a m i entender, ciertas peculiarida des de la obra de H u sserl. Como filosofía movida po r un ideal mo derno , anda a la caza de un pun to de partid a absoluto sobre el cual m on tar con seguridad apodíctica el edificio del saber; pero resulta que la crisis de creencias del hom bre m oderno es un hecho y H u sserl tropieza entonces con obstáculos en su propósito , sin que acabe de estar del todo convencido de haber encontrado p o r fin ese ansiado pun to de A rquím edes. La tragedia de su vida, po r lo demás intelec tu alm ente ejemplar, resulta en buena p arte de su ceguera an te el hecho de que ese p retend ido pun to de partid a absoluto es una quim era, lo cual le llevó a empeñarse en que las dificultades que iba encon tran do en las distintas formulaciones que daba eran deficiencias personales suyas, contingentes po r tan to , y no deficiencias propias de ese mismo ideal que perseguía. P o r eso él, que tenía conocim iento de hechos claves de esa crisis, no pudo pasar nunca de ser ese «principiante» de que hablaba al final de su vida. Z ub iri, sin embargo, está to talm en te convencido desde el mismo despertar de su conciencia filosófica de que la crisis del mundo mo derno es un hecho irreversible. E l propio H u sserl, que ha tenido con 102. NHD, 113. La referencia a Descartes se impone incluso extrínsecamente desde el momento en que Husserl, a la hora de resumir su filosofía ya en el crepúsculo de su carrera, elige como título de su obra Meditaciones cartesianas, título justificado inmediatamente: «Denn Frankreichs grösster Denker. René Des cartes, hat ihr [Phänomenologie] durch seine Meditationen nue Impulse gegeben, ihr Studium hat ganz direkt auf die Umgestaltung der schon im Werden begrif fenen Phänomenologie zu einer neuen Form des Transzendental philosophie ein gewirkt. Fast könnte man sie danach einen Nea-Cartesianismus nennen: E. H us serl , Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträge, «Hus», I, 43. Cursivas mías.
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