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302 ANTONIO PINTOR-RAMOS las vivas discusiones de la época se estaban fraguando figuras que serían decisivas luego en la filosofía alemana de la postguerra y que siguieron caminos a veces muy distintos; allí estaba L. Landgrebe, asistente de Husserl hasta 1930 y sustituido en esa fecha por E. Fink; en los círculos heideggerianos se movían hombres como H.-G. Gadamer, H. Marcuse, H. Reiner o K. Lowith; allí se comentaban las críticas a Husserl de su fiel amigo R. Ingarden, etc. Basta con leer los trabajos reunidos en el Festschrift dedicado a Husserl en 1929 con motivo de su jubilación para comprobar que «Fenomenología» parecía ya una denominación que cobijaba planteamientos y direcciones diversas, las cuales, en algunos puntos al menos, parecían incompatibles 3; Husserl y Heidegger, por lo demás, cada cual a su modo echaba más leña al fuego. Ello planteaba para cualquier observador un evidente problema: ¿Estaba el suelo nutricio de la Fenomenología roto en pedazos por los discípulos disidentes — la mayoría— o, por el contrario, se trataba de un pluralismo filosófico que era consubstancial a la misma idea de Fenomenología? Cualquiera que fuese la respuesta al interrogante anterior — y la cuestión no es nada fácil— , nadie dudaba de que Husserl había apor­ tado materiales fecundos y esenciales a la reflexión filosófica y que, de hecho, esos materiales se estaban utilizando en direcciones distintas, predominando claramente las direcciones «heréticas». Pero lo que tam­ poco dudaba nadie en el Freiburg de 1929 era que Husserl había hecho mucho más que aportar instrumentos previos; había perseguido acer­ tada o equivocadamente una dirección filosófica muy precisa y se había confirmado plenamente la impresión de Zubiri cuando, al comienzo mismo de sus estudios fenomenológicos, había advertido que en Ideen I Husserl «al estudiar la fórmula a que había llegado, se acercó un poco al Neokantismo; en cualquier caso, ha cambiado algunas ideas emitidas en las Logische Untersuchungen acerca de la naturaleza de la Fenomenología y, sobre todo, acerca de la naturaleza de la conciencia y su relación a lo real». Ciertamente, se pueden seguir utilizando los instrumentos aportados por Husserl para la defensa de una posición objetivista o para otras posiciones filosóficas, pero ya no cabe hacerlo en nombre de una fidelidad estricta a Husserl quien, con toda la cla­ ridad de que era capaz (y hay que reconocer que no siempre era la 3. En el Festschrift colaboraron: H. Ammann, O. Becker, L. F. Clauss, M. Heidegger, G. Husserl, R. Ingarden, F. Kaufmann, A. Koyré, H. Lipps, F. Neu- mann, E. Stein y H. Conrad-Martius.

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