PS_NyG_1979v026n002p0299_0353

3 3 4 ANTONIO PINTOR-RAMOS existiendo una distancia entre las dos realidades previas que precisa­ mente a través de la verdad entran en contacto; ¿no era esta precisa­ mente la base del planteamiento de la verdad como concordancia sujeto- objeto en las dos primeras metáforas? 66. Me parece que la dificultad se debe a que se trata de una metáfora de tipo óptico que, como diría Heidegger, tiende a concebir lo dado como «ser ante los ojos» (Vorhan- densein) y cuyas deficiencias en orden a una aprehensión inmediata de la realidad son claras. El problema, en lugar de aclararse, quizá se complica por el hecho de que tal metáfora remite a un determinado contexto filosófico. A un contexto clásico, en primer lugar, como es evidente por la explícita alusión de Zubiri a Platón y Aristóteles67, lo cual puede llevar al equívoco de pensar en una revitalización de la primera metáfora, cosa impensable sin embargo después de lo que hemos dicho. No sólo remite a un contexto clásico o cristiano, sino también a un contexto contemporáneo; este punto es el que de nuevo debe retener nuestra atención. J. Marías, que cita el texto clave de Zubiri68, pretende que la. metáfora de la luz está expuesta por Ortega muchos años antes como metáfora complementaria de los Dióscuros. Para confirmarlo, aduce el siguiente pasaje de Meditaciones del Quijote: «El hombre tiene una misión de claridad sobre la tierra. Esta misión no le ha sido revelada por ningún Dios ni le es impuesta desde fuera por nadie ni por nada. La lleva dentro de sí, es la raíz misma de su contitución (...). Claridad no es vida, pero es la plenitud de la vida. ¿Cómo conquistarla sin el auxilio del concepto? Claridad dentro de la vida, luz derramada sobre las cosas es el concepto. Nada más. Nada menos»69. Modestamente pienso que este texto no prueba lo que el citado estudioso pretende y esto muestra los riesgos de su preconizado método de leer los escritos de Ortega como «icebergs»70. Ortega está hablando en este pasaje de 66. Habría que examinar en este contexto Sein und Zeit, § 43, 200-208. Una buena exposición crítica en E. M a y z Vallenilla, Metafísica del conocimiento, Caracas 1960, 311-329. 67. Recuérdese el texto de Aristóteles citado en la nota 43. Da abundantes referencias en este sentido E. Rivera de Ventosa, El método gnoseológico de Zubiri: atenerse a las cosas mismas, en Naturaleza y Gracia, 22 (1976) 269-274; en este estudio se utiliza la gradación Husserl-Heidegger-Zubiri (266-269) que me parece válida, aún siendo distinta en algunos puntos la interpretación aquí pro­ puesta. 68 . Ortega, 540-541. 69. OC, I, 357-358. Cf. J. M arías , o. c„ 300. 70. Cf. J. Marías, o. c., 253-255.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz