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3 3 0 ANTONIO PINTOR-RAMOS Meditaciones del Quijote'. «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo» 55. Quiere Ortega que sea este un plan­ teamiento radical, es decir, una vuelta a la raíz de toda realidad; ya se sabe lo que esto significa: «La vida humana es una realidad de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás»56. El sentido de todo ello en el tema que aquí estamos tratando es que, antes del plano de la razón, hay un nivel previo y fundante de aquél: «El destino del hombre es, primariamente, acción» y eso significa un «quehacer» impuesto al hombre por su naturaleza de ente incon­ cluso; pero « acción no es cualquier andar a golpes con las cosas en torno o con los otros hombres: eso es lo infrahumano, eso es altera­ ción. La acción es actuar sobre el contorno de las cosas materiales y del de los otros hombres conforme a un plan preconcebido en una previa contemplación o pensamiento»57. En resumen, la función pri­ maria de la razón no es meramente contemplativa, sino iluminar las cosas como instrumentos y referencias de la acción del hombre; en otros términos, la razón no es primariamente razón lógica o especu­ lativa, sino razón vital y sólo es razón lógica porque así lo exige su condición de razón vital. Que de aquí se deduzca una crítica al planteamiento de Husserl es algo indudable, con la condición tan sólo de que se haya comprendido bien antes que su pretendido replanteamiento sigue moviéndose dentro de la segunda metáfora. Pero esta condición es importante y no se puede dar por evidente sin mayor examen. Esto es lo que Ortega dice con claridad hacia la década de los 30, lo cual conduciría a una crítica de toda filosofía de la conciencia en el sentido de que es preciso retor­ nar a un nivel previo que funda la misma posibilidad de una verdad lógica u ontológica58. Pero el problema está en que no toda verdad 55. OC, I, 322. 56. Historia como sistema-, OC, V I, 13. Escojo al azar algunos lugares de Ortega en los que se expresan ideas que ha repetido muchas veces. 57. El hombre y la gente : OC, V ÍI, 88 , 92. 58. Cf. v. gr., Prólogo para alemanes-, OC, V III, 53-54; La idea de principio en Leibniz: OC, V III, 273-275. Allí dice Ortega que esto lo venía diciendo él implícitamente desde 1914 y J. Marías, o. c., 411-427, sigue esto literalmente. Pero el planteamiento de esta obra es apasionadamente polémico y quiere defen­ der la «originalidad» de Ortega, entendiendo por tal la ausencia de influencias reci­ bidas en las tesis básicas o, cuando menos, la precedencia cronológica de su exposición por Ortega sobre otras ideas similares; esto se comprende si se tiene en cuenta que un año antes se había publicado la desafortunada obra de S. Ramírez, La filosofía de Ortega, Barcelona 1959, que provocó una verdadera

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