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LA «M ADU R AC ION » DE ZU B IRI Y LA FENOMENOLOGIA 329 se piensa como Ortega que la relación sujeto-objeto se expresa de modo inmediato en una metáfora51, la crítica anterior supone la insta­ lación de una tercera metáfora; también Ortega y Zubiri están de acuerdo en esta exigencia. Pero a partir de aquí ambos textos son independientes y ello se debe, en primer lugar, a la extraña historia del texto de Ortega, his­ toria que resumiré muy brevemente. En el «Prólogo para alemanes», escrito en 1934 pero no publicado en vida de OrtegaS2, lo mismo que en La idea de principio en Leibniz 53 también publicado postumamente, Ortega dice que el origen de su estudio fueron unas lecciones dadas en Buenos Aires en 1916 con el título «Las tres metáforas», sin que se haya explicado nunca adecuadamente el porqué de ese recorte con motivo del centenario de Kant. Lo cierto es que Ortega continuaba con una crítica de ambas metáforas (antigua y moderna) a base de una des­ cripción previa del encuentro entre sujeto y objeto, que es anterior y previo a cualquiera de aquellas metáforas: «La conciencia lejos de ser una relación de continente a contenido y el sujeto y el objeto una identidad —es una relación de exclusión. Sujeto y objeto son incom­ patibles, son las dos cosas más distintas que pueda haber. El sujeto y yo estamos el uno frente al otro, pero el uno fuera del otro, insepara­ bles uno del otro. La metáfora correspondiente a esta tercera interpre­ tación — frente a la tabla cerina, que fue la primera, y el vaso con su contenido, que fue la segunda— podía ser una de aquellas parejas de divinidades frecuentes en las mitologías mediterráneas, como Castor y Pollux, que llamaban Dei consentes y también Dei cómplices, los dioses acordes que habían de nacer y morir juntos. De esta suerte, aparece duplicado el universo. Salimos de la eterna monotonía del yo, donde todo aparecía incluso, y ante nosotros aparecen los objetos en una variedad infinita»54. Lo que Ortega parece pretender evitar aquí es que sujeto y objeto se engullan mutuamente, como en las dos metáforas anteriores, y bus­ car una recíproca presencia mutua previa que sería la expresión meta­ fórica de su idea básica formulada en las célebres expresiones de 51. Cf. OC, II, 396. 52. OC, V III, 53. 53. OC, V III, 275. 54. El curso de Don José Ortega y Gasset, en Anuario dela Institución Cultural Española (Bs. As.) 1(1912-1920) 175-176. Cf. J. Marías, o . c., 298-299; también J. O r t e g a y Gasset, Prólogo para alemanes, OC, V III, 53.

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