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3 2 2 ANTONIO PINTOR-RAMOS desecho irrelevante. El planteamiento allí expuesto es una sistematiza­ ción rigurosa y brillante, no siempre clara sin embargo, de los datos que había que tomar en consideración para dar sentido al lema de la Fenomenología que, en una perspectiva conscientemente antihegeliana, decía como los griegos: «¡A las cosas mismas!». Esto parece claro en el último párrafo no reimpreso de Filosofía y Metafísica: «Al tomar estos motivos [los distintos motivos analizados antes en el concepto de saber] no en forma divergente, sino en la unidad radical que les confiere su emergencia desde las cosas, la Fenomenología, frente a la dislocación que el saber filosófico había llegado a padecer, coloca de nuevo el problema filosófico en la genuina raíz que tuvo en Aristó­ teles. 'Desde las cosas’: tal es también el lema de toda la Fenomeno­ logía. Pero hay que añadir: desde las cosas, hacia la filosofía» 36. c. Desfondamiento de la conciencia. Con Heidegger y Ortega El anáfisis de Zubiri se centra fundamentalmente en la restitución de la riqueza del ámbito preconceptual de la realidad37. Comentando esos diversos niveles, Zubiri estampa una serie de frases que luego han llamado reiteradamente la atención. Voy a fijarme como ejemplos en algunas para explicar luego sobre ellas mi punto de vista. Así, robus­ teciendo considerablemente uno de los «atisbos» básicos que hemos encontrado en sus escritos juveniles: «El sentir en cuanto sentir es realidad real (...). El sentir como realidad es la patencia 'real’ de algo. En su virtud podemos decir que el sentir es ser de veras, esto es, el sentir es la primaria realidad de la verdad (...). Todo sentir es real y nos hace patente la realidad-, la ilusión consistiría en tomar por real una cosa que no lo es. Dicho en términos más precisos, la realidad de la verdad nos manifiesta realmente la verdad de una realidad sentida en nuestro sentir. Y el problema será ahora escindir dentro de esta verdad de la realidad, la cosa realmente verdadera, o la realidad verda­ dera de las cosas. Estos tres términos se hallan así constitutivamente unidos: realidad de la verdad, verdad de la realidad, realidad verda­ 36. FM, 59-60. «Dislocación» parece significar aquí quitar a la filosofía de su verdadero ámbito y colocarla al servicio de otras cosas que no son filosofía. 37. No hace falta insistir en la enorme importancia que han dado los feno- menólogos, sobre todo de lengua francesa, a este tema a través de una interpre­ tación, quizá problemática, del concepto husserliano de Lebenswelt. Pero de aquí a la «verdad real» zubiriana, sin embargo, hay uno trecho decisivo, como habrá ocasión de ver.

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