PS_NyG_1979v026n002p0299_0353

312 ANTONIO PINTOR-RAMOS inicial constitutivamente inmadura» Como se puede observar, Zubiri no está haciendo aquí otra cosa que aplicar a la Fenomenología los rasgos genéricos que para él definen toda auténtica filosofía. Este simple planteamiento desborda en un punto esencial las perspectivas de sus trabajos juveniles, pues si bien la Fenomenología puede aportar instrumentos de análisis filosófico como cualquier filosofía, esencialmen­ te es ella misma una filosofía y no tiene sentido reducirla a mero método, salvo que por «método» se entienda el modo específico de proceder de una filosofía y, por tanto, algo constitutivo de ella misma. Esto obliga a Zubiri a volver sobre lo anterior y problematizar el concepto de «evolución» como inadecuado para explicar el desarrollo de la Fenomenología. La razón última de ello, aunque Zubiri no lo mencione aquí, es quizá que «evolución» es un concepto no filosófico creado por los científicos para explicar el paso entre dos realidades dadas; de este modo, aplicarlo a una filosofía es tomarla como mero objeto puesto delante, desconociendo así que ningún concepto de filo­ sofía verdaderamente tal es algo dado, sino resultado de un esfuerzo reflexivo. Si toda filosofía es constitutivamente inmadura, habría que decir más bien lo contrario: la Fenomenología «ha ido adquiriendo pau­ latinamente esta idea [de filosofía] en el curso del filosofar efectivo. Y semejante curso no es propiamente una evolución o transformación de conceptos en otros, sino más bien el madurar de un mismo intento general latente, que sólo en su madurez puede ser descubierto. En la evolución unos rasgos se sustituyen a otros. En el madurar todos los rasgos se conservan» (FM, 12). Cualquiera ve que Zubiri se opone al concepto positivista de evolución o «transformación» que trata a la filosofía como los restos fósiles de las especies biológicas, volviendo por su parte a una concepción más filosófica y más próxima a la hege- liana en tanto que desarrollo (Entwicklung) de la maduración interna 18. FM, 13. Dice Scheler en el mismo pórtico de su gran obra, publicada precisamente en el Jahrbuch: «A los importantes trabajos de E. Husserl debemos la conciencia metodológica de la unidad y la significación propia de la actitud fenomenológica (...). Desde estas perspectivas, las investigaciones aquí ofrecidas deben mucho a los trabajos de Husserl. Pero el autor reclama su entera respon­ sabilidad en lo que toca a su propio modo de utilizar el métolo fenomenológico y más aún, como es lógico, en lo que toca a la aplicación que de él hace aquí al conjunto particular de problemas que forman el objeto de este estudio» (M. Scheler, Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik (GW , II), Bern-München 1966. 11 (cursivas mías). Más rotundo si cabe Heidegger: «[L a Fenomenología] no es una 'postura’ (Standpunkt), tampoco una 'dirección’ (Ricb- tung) porque ni es ninguna de esas cosas ni puede llegar a serlo mientras se comprenda a sí misma» (M. Heidegger, Sein und Zeit, § 7, 27).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz