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LA «M A DU R A C ION » DE ZU B IR I Y LA FENOMENOLOGIA 3 1 1 dones: «La Fenomenología no ha partido de una idea acabada de lo que se propone, porque ello supondría una idea acabada de lo que la Fenomenología entiende por filosofía; y la Fenomenología no ha par­ tido de una idea acabada de lo que entiende por filosofía» (FM, 12). Es posible que el propio Husserl, sobre todo en Die Philosophie ais strenge Wissenschaft, parezca dar esa impresión; pero eso se debe a que en realidad en ese escrito Husserl no está haciendo Fenomenolo­ gía, sino intentando la arriesgada (y fracasada) empresa de teorizar en abstracto sobre lo que debe ser la filosofía como si estuviese «ahí de­ lante», como un objeto dado; se da la paradoja, entonces, de que Husserl, que criticará en ese mismo escrito el intento diltheyano de reducir la filosofía a doctrina de la cosmovisión ( Weltanschauung ), está haciendo de la Fenomenología eso mismo que critica l6. La paradoja puede tornarse desesperante porque Husserl, crítico implacable del cien­ tificismo, está cayendo en el mismo procedimiento al imitar el modo de proceder de la ciencia, pues, como ya sabemos y Zubiri repite, «toda ciencia (...) se refiere a un objeto más o menos determinado, con el que el hombre se ha encontrado ya» 17. Zubiri tiene que estar de acuerdo en este punto con las críticas de Scheler o Heidegger so pena de convertir la Fenomenología en algo que ya no es filosofía. Visto así, el problema está mal planteado por los intérpretes y por algunos textos del propio Husserl; habría que decir, por el contrario, que la Fenomenología «en realidad ha comenzado por ser algo consti­ tutivamente inmaduro. Constitutivamente, es decir, no por azar o por una imperfección histórica, sino por alguna razón esencial. Y esta razón no le es privativa. No sólo la Fenomenología, sino toda filosofía genuina integralmente tomada, es, más aún, tiene que ser en su curso 16. «Cosmovisión’, que no es otra cosa que lo que otras filosofías denominan en sentido peyorativo «ideología»: tal es el hilo conductor del magnífico trabajo de R. Boehm, Husserl et l’idéalisme classique , en Rcv. philosophique de Louvain 57 (1959) 351-396. Es cierto, sin embargo, que en textos posteriores Husserl ha corregido esto: cf. L. Landgrebe, Fenomenología e Historia, trad. M. A. Presas, Caracas 1975, 12-13. 17. FM, 13; NHD, 119. Lo mismo Scheler que Heidegger han destacado lo incorrecto de este modo de proceder. Cf. la discusión con Husserl en el citado escrito de Scheler (Vont Ewigen im Menscben, 72-78), aunque las conclusiones más radicales no las sacará hasta su incompleto trabajo posterior «Idealismus- Realismus», en M. Scheler, Spdte Schriften (GW , IX ), Bern-München 1976, 185 ss. En lo que respecta a Heidegger, baste con recordar esta frase: «La investiga­ ción científica delimita y fija los ámbitos de cosas de una manera ingenua y rudimentaria» (M. Heidegger, Sein und Zeit, § 3, 11." ed., Tübingen 1967, 9).

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