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E L JU ICIO DEL HOMBRE 2 5 7 lógico y sorprendente que 1 En haya dado ese paso: es lógico, porque en la línea de la actividad judicial del mesías el representante de Dios no podía estar privado de los poderes del juez; es sorprendente por que, una vez que se ha dado ese paso, el HH asume en la práctica todas las funciones de Dios. De todas formas, no olvidemos que Dios sigue estando en el fondo; 1 En 62 contempla al Anciano de días y al HH realizando el juicio 14. Una vez llegados aquí y habiendo señalado la posibilidad de que en Israel se aluda a un juez mesiánico (HH) queremos volver a plan tear el tema de la «naturaleza» del juicio. Pienso que el juicio de Dios se puede realizar de dos maneras: a) de una forma guerrera y violenta, a través de una lucha en que se mata a los poderes y pueblos enemigos; b) de una forma forense, como en un gran proceso en que se aplica la justicia de Dios a las personas y pueblos de la historia. La forma guerrera del juicio ha tenido en Israel una historia muy larga. Sus raíces se encuentran en la vieja representación de la guerra santa que acaba en el herrem o anatema de los enemigos; sus formas antiguas se expresan en la imagen del «día de Yahvé» como triunfo de Israel y destrucción de los pueblos; hay un fondo de esa esperanza en gran parte de las narraciones apocalípticas del juicio: la destruc ción de las bestias de Dn 7, la matanza de enemigos de 4 Es 13, el mismo Ap Jn 19, 11-21. Las formas clásicas de esta visión están en SI 2, Ez 38-39, Zac 14. En todos esos casos se habla de grandes ene migos que luchan contra el pueblo de Dios y que amenazan destruirlo; cuando el problema es mayor y la angustia sin salida interviene Dios que lucha por los suyos, destruye a los pobres enemigos e inaugura de esta forma el «reino nuevo». Ciertamente, en los tiempos más tardíos, las formas de esta lucha adquieren caracteres simbólicos; más que de una guerra real se trata de una especie de intervención sobre natural de Dios que ha de cambiar de manera absoluta el orden de la historia. En ese plano están 4 Es 13, Dn 7, Ap Jn. Pero no olvidemos que, en todos esos casos, existe un gran peligro se corre el riesgo de identificar el juicio de Dios con destrucción de los enemigos, justicia con venganza, mundo nuevo con la simple aniquilación de los perver- 14. P. V olz , o. c., 275 y E. L ohse , o. c., 476. Cf. J. L ange , Das Erscheinen des Auferstandenen..., Würzburg 1973, 206. 296. 15. Sobre el tema del juicio «por la guerra» y del juicio «forense», cf. Bous- se t -G ressm ann , Die Religion des Judentums, 218-221 y 257-259.
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