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EL JU ICIO DEL HOMBRE 2 53 La apocalíptica constituye como una absolutización del tema del juicio. Todos los motivos: división de la humanidad, pecado de la historia, mal del mundo... tienden a integrarse y resolverse en ese te­ ma; todo encontrará un sentido cuando venga Dios a realizar su obra. Ese acontecimiento se llama «el juicio grande» (megalé krisis) cf. 1 En 25, 4) y se realiza cuando se absolutizan el pecado y la injusticia, cuando ya no exista sobre el mundo posibilidad alguna de salida por­ que el mal llega a cubrirlo todo con su fuerza. Entonces se desvela Dios y cumple el juicio (cf. Jb 5, 10; 1 En 91, 7; Ass Ms 10, etc.). Ese juicio se puede concebir de muy diversas formas. Puede haber primero una sentencia contra los enemigos de Israel a la que sigue el juicio universal propiamente dicho; o puede haber un acto único, dirigido a todos los pueblos. Sea como fuere, lo que nos importa ahora anotar, en relación con la profecía es lo siguiente: a) Más que en el final de la historia el juicio parece estar sobre la historia; se desvela un Dios transcendente; ante su manifestación justiciera cesa toda la marcha de la historia; partiendo de su juicio ha de empezar un mundo nuevo b) El juicio es universal, pero tiende a convertirse en condena de los enemigos de Israel y en salvación de los hombres justos de ese pueblo4. Desde el tiempo más antiguo, Israel ha concebido a Dios como el juez de la historia de los hombres. Su mispbat está basado en dos principios: el poder y la justicia. Juez es el que tiene «poder» sobre los hombres, es el que puede desplegar su autoridad imponiendo su dominio. Pero, a la vez, ese poder está ligado a la justicia y el derecho; Dios no se impone de una forma arbitraria, no destruye la libertad, nunca va en contra de los hombres 5. De todas formas, debemos señalar que ese misphat de Yahvé está enraizado en la experiencia religiosa más que en una neutralidad ética; lo que importa, al hablar de la presencia de Dios y de su juicio no es originalmente el orden general de una justicia, no es tampoco la reconciliación o igualdad entre los hombres; lo primero es la presencia de Dios, su bendición, su ayuda. Esto significa que la justicia y el juicio de Dios son conceptos religiosos, von Rad, Teología del AT, II, 156-161; H. P. M ü lle r, Ursprünge und Strukturen alttestcmentlicher Eschatologie, Berlín 1969, 72 ss. 4. Cf. K . H. S chelkle , o. c., 94; P. V o lz , Die Eschatologie der jiidischen Gemeinde, 272-4; D. S. R u sse ll , The Method and Message of the Jew. Apok, London 1971, 379 ss. Algunos textos en S track -B illerbeck , Kommentar zum NT... Exkurse zu einzelnen Stellen des NT II, München 1928, 1199-1201. 5. Cf. H erntrich , Krind, en ThDNT, 3, 924-926.

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