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296 XA B IER P IK A ZA Mt 25, 32. Sin embargo la constante aparición de la figura y el hecho de que existan posibles antecedentes prehistóricos 117 nos permite afir­ mar que la asociación entre macho cabrío y poderes mágico-demoníacos constituye un dato anterior al evangelio. Cuando Mt 25, 32 utiliza ese símbolo animal para representar a los condenados que van al fuego del Diablo está teniendo en cuenta el simbolismo del animal. Una re­ presentación inversa (ovejas como condenadas y cabras como salvadas) hubiera sido imposible. Quizá el autor del evangelio no es consciente de todo el campo semántico del símbolo animal de la cabra; puede su­ ponerse que, al menos, lo presiente. Una simple asociación con Lev 16 le hubiera bastado para situar a las cabras de parte de los condenados. 4) La derecha y la izquierda. El juez no se limita a separar, «colo­ ca» a las ovejas a la derecha y a las cabras a la izquierda. Con este acto creador se instaura el «orden nuevo». Lo anterior había sido una comparación. Ahora volvemos al gesto original de juez que de una forma poderosa «crea» los dos grupos de hombres, los de la derecha y los de la izquierda. Derecha e izquierda tienen un sentido simbólico desde tiempo muy antiguo. La derecha, mano fuerte, es signo de poder, de buena suerte o gracia. La izquierda simboliza lo contrario. La misma imagen del juicio como separación a la derecha y a la izquierda apareca en la República de Platón: «En el momento en que mi alma salió del cuer­ po llegué con otra infinidad de ellas a un sitio de todo punto mara­ villoso, donde se veían en la tierra dos aberturas, próximas la una a la otra, y en el cielo otras dos que correspondían con las primeras. Entre estas dos regiones estaban sentados jueces, y así que pronuncia­ ban sus sentencias mandaban a los justos tomar su camino por la de­ recha... después de ponerles por delante un rótulo que contenía el juicio dado en favor; y a los malos les obligaban a tomar el camino de la izquierda... llevando en la espalda otro rótulo semejante, donde iban consignadas todas sus acciones» (Rep. X, 614)IIS. B aroja, Las brujas y su mundo, Madrid 1973, 116; A. V ig n a ti, Arde bruja, mago arde, Barcelona 1973, 106-107; C. G . Jung, Métamorphoses de L’ame et ses symboles, Genève 1953, 460-461. 117. Aludimos fundamentalmente a la figura llamada el «hechicero» de la cueva de Trois Frères; cf. A. de W aal, Introducción a la antropología religiosa, Estella 1975, 154. 118. Citamos por la edición de La república o el estado, Madrid 1973, 297; cf. W . Grundmann, Dexios, en ThDNT, 2, 39; G . Schiwy, Iniciación al Nuevo Testamento, Salamanca 1969, 223.

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