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E L JUICIO DEL HOMBRE 2 9 3 Para el caso de las ovejas (ta probata ) el problema me parece fácil­ mente resoluble. En todo el viejo testamento es muy corriente el uso traslaticio de oveja como signo del pueblo israelita (2 Sam 24, 17; LXX Sal 76, 21; Num 27, 17 etc.). Ese ejemplo metafórico del tér­ mino aparece sobre todo en los salmos y profetas. En Sal 74, 1 (LXX 73, 1) se dice: «¿Por qué, oh Dios, nos tienes abandonados y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño (probata nomes sou)?». Y en Ez 34, 31 se asegura: «Y vosotros sois mis ovejas, ovejas de mi rebaño (probata poimniou mou ), y yo soy vuestro Dios, oráculo del Señor» 106. Nada extraño que en la literatura apocalíptica se emplee un lenguaje semejante; el ejemplo máximo lo ofrece 1 En 88-90 don­ de en modo programático se ofrece la historia de Israel como la his­ toria de las ovejas de Dios 107. El rabinismo conoce y utiliza también ese lenguaje l08. Por eso parece normal que el NT continúe en esa mis­ ma perspectiva. Fijémonos sólo en Mt que tiene especial preferencia por todo lo referente a las ovejas. Lo primero que nos sorprende es que todas las veces que emplea la palabra «probaton» lo hace en sentido metafórico. La única excepción la constituye Mt 12, 11 - 12 : la conducta del amo con la oveja que se cae a un pozo en sábado; pero aun esta excepción es más aparente que real, porque en el fondo no se trata de la oveja en sí sino de un símbolo del hombre enfermo o en peligro. De las gentes que le escuchan y reciben su palabra se asegura que son «como ovejas sin pastor» (9, 36: cf. Ez 34, 5). Sus discípulos reciben el en­ cargo de acudir a las «ovejas perdidas de la casa de Israel» (10, 6 ; 15, 24). Pasando ya al plano eclesial, el creyente en peligro se compara con una oveja perdida (18, 12 ), el misionero como oveja en medio de lobos (10, 46) y llega a tanto la fuerza de la comparación que de los falsos discípulos se dicen que son como «lobos con piel de oveja», es decir, fingiéndose creyentes (7, 15. Cf. también 26,31 )l09. Desde esta perspectiva, que se podía ampliar acudiando a Jn 10, Heb 13, 30, 1 Ped 2 , 25 etc., debemos concluir que las «ovejas» de Mt 25, 32 han de tomarse, con toda probabilidad, en sentido metafórico: ellas constituyen el verdadero pueblo de Israel, entrevisto en el AT, y for­ 106. Cf. A. J. Simonis, o. c., 126-127; P reisk er-S ch u lz, Probaton, en TWNT, 6 , 689-690. 107. P reisk er-S ch u lz, o. c ., 690; A. J. Simonis, o. c., 161-165. 108. P reisk er-S ch u lz, o. c ., 690. 109. Cf. I. B roer, Des Gericht, 278. 110. P reisk er-S ch u lz, o. c., 691.

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