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EL JU ICIO DEL HOMBRE 2 85 En principio parece que no, aunque al redactor final las gentes ya no le interesan87. Con esto podemos trazar unas conclusiones generales. Hemos visto que el texto de Mt 25, 32a ofrece muchas semejanzas con diversos pasajes del antiguo testamento y judaismo. Hemos podido afirmar que la reunión de todos los pueblos ( synakhthesontai patita ta etbné) parece estar literalmente tomada de los textos del judaismo tardío en que se anuncia el juicio de Yahvé (Joel 4, 2 ; Is 66 , 18). La novedad comienza cuando se dice que estos pueblos fueron reunidos «ante el Hijo del Hombre»; esto sí que ya no tiene semajanzas, ni aun en los textos del juicio del HH de las parábolas de Enoc. Es probable que ese ele­ mento está determinado por la contextura misma del NT. Y la difi­ cultad se encuentra en el sentido de los pueblos. ¿Quiénes son esos pauta ta ethñé? ¿Toda la humanidad? ¿Sólo los no israelitas o no cris­ tianos? La discusión de esa problemática nos sitúa en el centro del NT y del Ev. de Mt. Allí tendríamos que plantearla de nuevo. c) Kai aphorisei autous... (25, 32b-33): La separación escatológica «Y los separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras, y colocará las ovejas a su derecha y las cabras a su iz­ quierda». Con estas palabras culmina la acción del juicio del HH; des­ pués de haberse sentado sobre el trono de Dios y recibir a todos los pueblos el juez los separa unos de otros, realizando así la división definitiva de los hombres. El gesto de la separación (aphorisei autous...) corresponde inversa­ mente a la reunión (synakhthesontai...). Dios los había reunido ante el HH; el HH los separa. Con la reunión de los pueblos se había esta­ blecido la igualdad radical de lo humano: Por encima de todas las diferencias anteriores, por encima de todos los planos de la historia o de las clases sociales, los pueblos se habían igualado ante el HH. Pero esa igualdad es solamente un primer paso; a partir de ella se funda la nueva división, ya definitiva, de los dos grupos humanos, los de la derecha y de la izquierda del HH. Dios había reunido a los pueblos ante el HH. El HH separa a los participantes de esos pueblos, primero con un gesto (25, 32b-33), 87. Ib., 235. Sobre el nacionalismo de 4 Es 13, 26, cf. U. B. M ü lle r , Messias und Menschensohn, 129-134.

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