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E L JU ICIO DEL HOMBRE 283 principio está la elección de Israel como pueblo de Dios, al fin el cum­ plimiento de las promesas; entre esos dos momentos fluye el tiempo. Lo que queda fuera del proceso carece de importancia. O si la tiene es básicamente negativa: los pueblos se presentan como potencias ene­ migas que esclavizan a Israel y que deben ser vencidas (destruidas) en el tiempo escatológico. La línea del particularismo israelita ha lle­ gado aquí a su culmen 83. En este contexto, la venida del HH para el juicio de Mt 25, 32 se identificaría como tiempo para la destrucción de las naciones. Pero sería injusto identificar la apocalíptica con esa línea cerrada. También hay otra más abierta. 1 En 10, 21 espera que las gentes puedan convertirse y adorar a Dios. Los oráculos Sibilinos y los Test, de los X II patriarcas ofrecen una perspectiva de salvación bastante universal. Esto significa que el juicio no se dirige solamente a los pue­ blos enemigos de Israel como en el caso anterior sino a todos los pue­ blos, incluidos los israelitas; eso significa que hay posibilidad de sal­ vación para las gentes. Así en 1 En 1, 7 se dice que habrá un juicio para todos los hombres (cf. Jub 5, 13 ss.). Lo mismo se afirma en Baruc 50 ss., 2 En 65, 5 etc. M. La existencia de esta doble perspectiva puede parecer extraña sólo a quien desconozca la dinámica de Israel, tal como se ha desarrollado desde el mismo principio (vocación de Abraham). El judaismo es, a la vez, nacionalista y universal; se cierra sobre sí mismo, rechazando y condenando todo lo restante, y al mismo tiempo se presenta como germen de salvación para los pueblos. Por eso forman parte de su Escritura Sagrada un libro abierto al perdón universal (como Jonás) y un panfleto de propaganda en que se incita a la venganza contra los enemigos (Ester)85. Por eso la tendencia más cerrada y xenófoba de ciertos apocalípticos no ha podido impedir la existencia de otros tex­ tos y personas más abiertas, partidarias de un mundo de perdón y re­ conciliación para todos; ni esta última tendencia ha podido romper la primera. 83. D. S. R u s s e l, o. c., 297 ss.; H. B. B a lz, Methodische Probleme, 52-53; D. R ö s s le r , Gesetz und Geschichte, 63-65. 84. Cf. P. V o lz , Die Eschatologie der j. Gemeinde, 284-6; J. C. In g e la e re , La "Parabole", 40-41, distingue dos juicios, uno para gentiles y otro para israelitas. 85. Ofrece una visión impresionante de esta doble perspectiva, nacionalista y universal, del judaismo antiguo y moderno J. Klausner, Jésus de Nczaretb, Paris 1933, 567, 570-1.

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