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E L JUICIO DEL HOMBRE 279 «Ego kyrios kata kairon synaxo autous », yo el Señor, los reuniré a su tiempo; la «reunión» final pertence estrictamente a los israelitas70. Ciertamente, el tema de la peregrinación de las naciones se proyecta en el transfondo de Mt 25, 32: se tiene la certeza de que todos los pueblos de la tierra han de venir ante la luz de Dios y ante sus leyes, tal como aparecen reflejadas en Sión (Is 2, 4). Pero lo que en el fondo se realiza en cada caso es muy distinto. Por eso, para entender el «synagein» de 25, 32 tenemos que volver a otro contexto. El primer campo que nos puede dar algo de luz es el retorno y reunión de los israelitas exiliados y perdidos sobre el mundo. El motivo del retorno y reunión de los dispersos contituye desde el tiempo del exilio uno de los componentes fundamentales de la espe­ ranza israelita. En este contexto cobra sentido el synagein de Mt 25, 32. Lejos de pertenecer al lenguaje neutral de los pastores que con­ gregan de noche su rebaño 71 esa palabra forma parte de una estructura de pensamiento y de expresión muy marcada dentro de Israel. Así se dice en las glosas o textos posteriores de Isaías: «synaxei» (reunirá) a los perdidos de Israel ( 11 , 12 . Cf. 48, 14, 18); «synaxo hymas» (os reuniré) de los cuatro vientos del cielo (Zac 2, 6 ; cf. Zac 2, 10; Miq 4, 6 ). Un lenguaje semejante aparece ya fijado en los prosistas posteriores: «synaxei» (nos reuirá) de entre todos los pueblos (Tob 13, 5; cf. 1 Es 9, 3). Por estar unido al tema del pastor, que aparece también en Mt 25, 32-34, es importante el motivo de la «reunión» de los israelitas dis­ persos (ovejas dispersas) en Ez 34: «los sacaré de entre los pueblos, los congregaré ( synaxo autous) de los países» (Ez 34, 13; cf. 37, 13). No nos parece necesario buscar más citas. Dentro del conjunto de los libros tardíos del AT es absolutamente claro el hecho de que «syna­ gein» se aplica en referencia a la reunión escatológica de Israel, en torno al Señor, en Jerusalén. Pues bien, en este contexto debemos citar un pasaje de Jeremías, que constituye una glosa posterior de carácter universalista, en la que ese lenguaje de la «reunión israelita» se amplía aplicándose a todas las gentes: «En aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono del Señor, 70. Sobre el sentido de TM Is 60, 17-22, cf. C. W esterm ann , Das Buch Jesaja. 40^66, Gottingen 1966, 288-290; W . K e s s le r , Go/t gehl es um das Ganze (Jesaja 56-66 und 24-27), Stuttgart 1960, 54 ss. 71. Como piensan J. Jerem ías, La promesa de Jesús para los paganos, Ma­ drid 1974, 92-3; Die Gleichnisse Jesu, Gottingen 1970, 204; cf. J. F ried ricii, Gott im Bruder, 148.

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