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E L JUICIO DEL HOMBRE 2 75 personificada. Cuando alguien quiera saber lo que es un «pueblo» a la luz de la creación original de Dios tendrá que acudir a Israel; ahora sí que podemos afirmar que todo culmina en Israel. Desde aquí podrá surgir en Israel una conciencia especial de elección, una línea de particularismo religioso. Pero en el texto de Gen 12, 1-3 hay un tercer momento: «a fin de que puedan en ti ser benditas todas las familias de la tierra». Sólo a Israel se le llama «pueblo» ( goy, ethnos ); los demás son familias o tribus (mispabot, phylai); son el resto de la tierra, el conjunto de los habitantes del orbe a los que Dios ha creado para la bendición y a quienes está dispuesto a transmitirla por medio de Israel. Israel (Abraham) no existe para sí mismo sino para convertirse en «mediador de bendición», expresión de la presencia de Dios para los pueblos59. La historia de Israel se encuentra reflejada en estas palabras, en toda su limitación y en toda su grandeza. Desde una perspectiva nacio­ nalista, el texto puede interpretarse de manera estrecha: las naciones extranjeras serán bendecidas o maldecidas según fuese la actitud que adopten frente a Abraham, fundamentándose de esa manera una es­ pecie de inmenso egoísmo nacionalista: los otros pueblos valen (ten­ drán salvación) en la medida en que nos sirvan60. O puede buscarse una perspectiva más amplia: «En ti serán benditas las familias de la tierra»; la bendición y la grandeza de Abraham consiste, según eso, en transmitir su propia plenitud a los pueblos, extendiéndoles así sus privilegios; así, en el fin, la suerte de Israel consistiría en «disolverse» en la totalidad de las gentes, haciéndoles participar de su propia elec­ ción. Estas dos líneas determinan toda la estructura religiosa de Israel, con su alternancia de particularismo y universalismo. Israel ha sido un pueblo particularista. A partir de una conciencia de elección, interpretada como favor divino dirigido hacia el provecho propio, y a consecuencia de la conquista de Jerusalén, el exilio y servi­ dumbre en manos de otros pueblos, los israelitas han desarrollado una xenofobia impresionante. En este contexto se entienden los salmos con­ tra los pueblos enemigos (cf. Sal 137), las profecías contra los pueblos vecinos (Ez 35; Is 34 etc.) y la esperanza escatológica en la destruc­ 59. En la división de los elementos del texto he seguido mi obra, La Biblia y la teología de la historia, Madrid 1972, 44-46. Para el estudio de conjunto del texto me he basado en P.-E. Dion, o . c ., 40-46; H . W . Wolff, Das Kerygma des Jahwisten, en Gesammelte Studien zum AT, Miinchen 1964, 345-373; W . Zim- merli, 1 Mose 12-25. Abraham, Zürich 1976, 15-22; G . von R ad, o. c., 192-194. 60. Cf. P .-E . D io n , o . c ., 46-7.

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