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EL JU ICIO DEL HOMBRE 273 del AT. Son particularmente importantes dos: a) el que alude al sentido de los pueblos (toda la humanidad, ¿están excluidos los israe­ litas?); b) el que se refiere a la misma reunión (¿cómo se realiza?)54. De esos dos problemas tendremos que hablar extensamente, a fin de Situar nuestro pasaje en el mundo del AT y judaismo. Para entender lo que suponen estos problemas haremos un largo recorrido, tratando en primer lugar de la relación de Israel con las naciones; después nos ocupamos de los diversos contextos en que puede situarse la reu­ nión escatológica; terminamos comparando Mt 25, 32a con la apoca­ líptica extracristiana. 1) Israel y los pueblos. No podemos ocuparnos genéticamente de las fases por las que ha cruzado la relación de Israel con las naciones vecinas. Sólo nos importa situar el tema de las «naciones» ( ethne ), tal como aparece en Mt 25, 32a. Es absolutamente conocido el hecho de que en Israel los pueblos (goyim, Ethne) acaban entendiéndose en forma de conjunto que se opone al verdadero pueblo israelita (en grie­ go laos). Pero esa visión «negativa» de los pueblos no nos puede hacer olvidar que en el fondo del AT late otra certeza radical: todas las naciones provienen de Dios (Am 9, 7; 6, 2). El autor sacerdotal ha expresado esta convicción de un modo definitivo cuando subraya la alianza primigenia de Dios con la humanidad (Gen 9, 5 -6 )5S. Pero más que en la alianza aparece el valor positivo de todos los pueblos en la impresionante narración genealógica de Gen 10, 1-32 donde el esquema del P se ha mezclado con antiguos recuerdos del J 56. Nos importa el esquema del P, con los hijos de Jafet (Gen 10, 2-5), los de Cam (10, 6-7. 20) y los de Sem (Gen 10, 22-23). Tales son los pueblos de la tierra ( ha goyim h’ares, tfesoi ton ethnon) dice el texto (10, 32). En ningún documento antiguo encontramos una visión de 54. El verbo que se emplea para tratar de la reunión de los pueblos es synago, verbo que recibe en Mt 25, 31-46 dos sentidos: reunirse (25, 32) y recibir en la casa o acoger (25, 35. 38. 43). Sobre ese doble uso y las consecuen­ cias que puede tener para la redacción unitaria del texto, cf. L. Lange, Das Erscheinen des Auferstandenen, 180; J. F rie d rich , G o tt im Bruder, 21. 55. Sobre el tema de las naciones (ethne) en Israel y el universalismo del AT, cf. G. B e r t r a m , Ethnos, en T hDNT 2, 364-369; P. A lt m a n n , Erwdblungslheo- logie und Universalismus im A ltem Testament, en B Z Q W 92, Berlin 1964. Sobre el pacto de Dios con la humanidad en Gen 9, cf. P.-E. D io n , Universalismo religioso en Israel, Estella 1976, 99-103. 56. Para distinguir los estratos J y P en Gen 10 y precisar el sentido de la genealogía d e los pueblos en el P, cf. G. v o n R a d , El libro del Génesis. Sala­ manca 1977, 168-178. 8

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