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EL JU ICIO DEL HOMBRE 269 Israel sino en todo el oriente antiguo al rey. Por eso, cuando en 1 En 37-71 se afirma que el HH se ha sentado sobre el trono de Yahvé para juzgar se está indicando, al menos de una forma implícita, que ese HH participa de la realeza de Dios. Por moverse en este plano y por tener en cuenta todas las resonancias que implica este visión del HH es lógico que Mt 25, 34 llame a ese HH con el nombre del rey 41. Con esto planteamos el tema final: las relaciones de Mt 25, 31 con las entronización del HH de 1 En. Sólo en Mt 25, 31 y en 19, 28 se habla de que el HH se sienta sobre su trono de gloria; en ambos tex tos se unen una serie de elementos que no aparecen en ningún otro lugar del NT: a) HH ; b) sentarse; c) sobre un trono; d) trono de gloria; e) a fin de realizar una actividad judicial, que en Mt 25, 32 es separar a los hombres y en 19, 28 aparece como fundamentando el «krinontes» (juzgando) de los doce apóstoles. En lo que respecta a la acción judicial del HH , el texto más cer cano del NT es Me 14, 62: «Veréis al HH sentado a la derecha del Poder y viniendo...». Las semejanzas con Mt 25, 31 son importantes: Está la referencia a la venida del HH ( erkhomenon en 14, 62 y hotan de elttié en 25, 31), la entronización (katUémenon y kathisei) y el mis mo contexto apocalíptico-judicial. Sin embargo, las diferencias son muy grandes: la mayor de todas es la de «sentarse a la derecha del Poder» (ek dexión tés dyñámeos) en vez de hacerlo sobre el «trono de la gloria» (i epi thronou doxes). Todo nos permite suponer que Me 14, 62 ha tenido una evolución especial, a partir de Sal 110, 2, evolución en la que se destaca la «sesión a la derecha de Dios» como tema primordial, independiente del motivo de la «sesión sobre el trono de gloria» que se refleja en Mt 25, 31 y 19, 28. Por otra parte, exceptuando Mt 19, 28 y 25, 31, el NT nunca ha unido la figura del HH con el trono de Dios o el trono de la gloria. Más aun, sólo en Me 8, 38 se halla unida la venida del HH con la gloria del Padre; se habla de «gloria del Padre», pero falta toda refe rencia al trono y al sentarse; por eso es muy improbable que Mt 25, 31 (19, 28) pueda haberse originado a partir de Me 8, 38. Tampoco una mezcla entre Me 8, 38 y 14, 62 podría haber originado nuestro texto, porque sigue faltando el motivo fundamental del «trono», de sentarse sobre el trono. Todo eso hace mucho más probable que la expresión de Mt 25, 31 (y 19, 28) derive directa o indirectamente de
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