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E L JU ICIO DEL HOiMBRE 265 El trono de Yahvé y más en concreto su entronización se convierten en signo de su actuación definitiva, forman parte de los elementos constitutivos de su realidad o de su historia. No es extraño que la especulación de ese tiempo o del tiempo inmediatamente posterior aluda al trono como a una de las siete o la seis realidades primigenias que existen con Dios y desde Dios en el principio: «Siete cosas fueron creadas antes de que existiera el mundo: la torah, el arrepentimiento, el Gan Edén, la Gehenna, el trono de la gloria, el santuario celeste y el nombre del mesías»31. El trono significa el «juicio de Dios» y per­ tenece, lógicamente, a las cosas primordiales; no es algo que surje de manera accidental en el transcurso de la historia sino que pertence al ser de Dios y a su justicia. Siendo realidad escatológica (signo del final) debe arraigarse en aquello que ya es desde el principio (lo proto- lógico). Pero con esto surge un problema: si el trono existe desde el prin­ cipio, si Dios es juez desde el comienzo de la historia y aun antes del tiempo, ¿cómo se explica el mal del mundo? Las respuestas pueden ser diversas. Puede afirmarse que Dios es juez pero que hasta el tiempo del final está escondido y no realiza la obra de su juicio. O puede contestarse aludiendo a otra figura: Dios es juez pero ha querido rea­ lizar su juicio a través de un HH al que sentará sobre su trono cuando venga el fin y se resuelva la trama de la historia. Con esto entramos más directamente en el tema de Mt 25, 31: el HH vendrá y se sentará sobre el trono de la gloria. ¿Cuáles son los precedentes que nos permiten situar ese gesto? El más importante es el SI 110, 2: Dios dice a su mesías «siéntate sobre mi trono» (a mi derecha). También debe aludirse a Dan 7, 9: «Colocaban unos tronos y un anciano se sentó». Evidentemente, en torno a Dios se sientan asesores que le acompañan en el juicio. ¿Quiénes son? No se sabe; por el texto parece que no puede tratarse ni del HH , ni de los Santos del Altísimo ni de los ángeles. El mismo tema aparece en Ap Jn 20, 4. En Mt 19, 28 y Le 22, 28-30 parece que esos tronos se atribuyen a los doce apóstoles de Jesús. Sea como fuere, lo cierto es que Dios puede estar y está acompañado al realizar el juicio32. 31. Textos en Strack-Billerbeck I, 974-5. Cf. O. S cm m itz , Thronos, en ThDNT, 3, 163-4; T. W . M anson , The Teaching of Jesús, 250; W . G rund . mann , Ev. Matthaus, 526. 32. Sobre Mt 19, 28; Le 22, 28-30, el origen de la representación de los «tronos» del juicio y su empleo en los evangelios, cf. J. Dupont, Le logioti des douze trônes (Mt 19, 28 : Le 22, 28-30), en Bib 45 (1964) 355-392; I. Broer,

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