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264 XA B IER P IK A ZA trono elevado: parecía de cristal y sus ruedas brillaban como el sol y tenían apariencia de querubines. De la parte inferior del trono bro­ taban torrentes de llamas de fuego y no podía mirar hacia adentro. Y la gran Majestad estaba sentada encima; sus vestiduras brillaban más que el sol y eran más blancas que la nieve» (1 En 14, 18-20). Insensiblemente, el «trono» se ha convertido en una representación de Dios, una expresión de su poder, un signo desu gloria y su gran­ deza. No es extraño que la literatura rabínica y elmisticismo posterior lleguen como a hipostasiar el trono de Yahvé28. Sobre ese trono así exaltado tiene lugar, según la apocalíptica, la entronización definitiva de Yahvé para realizar el juicio de la historia. Los modelos antiguos siguen siendo decisivos: 1 Rey 22, 19; Is 6, 1 ss.; Ez 1, 26. La novedad consiste en que ahora se descubre a Yahvé como el que se sienta con el fin de tomar las cuentas de la vida de los hombres y los pueblos de la tierra. «Vi que colocaban unos tronos y un Anciano de Días se sentó. Su vestido erablanco...; su trono llamas de fuego... Comenzó la sesión y se abrieron los libros» (Dan 7, 9-10). «En aquellos días vi al Anciano de Días cuando se sentó sobre el trono de gloria; y los libros de los vivientes se abrieron delante de él... y todo su ejército (servidores) estaban delante de él» (1 En 47, 3). «Y el Anciano de Días se sentó sobre el trono de gloria y los ángeles y justos estaban de pie a su alrededor» (1 En 60, 2 )29. En toda la literatura apocalíptica, con la excepción de aquellos casos de 1 En 37-71 de que hablaremos después, sólo Yahvé se sienta sobre el trono de la gloria. Quizá convendría distinguir de nuevo las dos representaciones: a) Está por un lado la guerrera : Dios se levanta de su trono, sale de su morada... y viene abiertamente para castigar a las naciones y destruir sus ídolos (As Mos 10, 3. 7). b) Está por otro lado la forense: Dios no se levanta del trono sino que se sienta: «Aparecerá el Altísimo sobre el trono del juicio y vendrá el fin. La misericordia se va, la paciencia desaparece; sólo queda el juicio» (4 Es 7, 33). A este segundo tipo pertenecen todos nuestros textos30. 28. Textos en Strack-Billerbeck I. 975-978. Sobre la especulación posterior sobre el trono y el «metatron», cf. G.F. M oore , Intermediarles in Jewisb Tbeo- logy. Memra. Sbekinab. Metatron, en Harv. Tb. R. 15 (1922) 41-85 y H. R. B a l z , Methodische Probleme, 89-93. 29. Traducimos los textos de J. T heisohn , o. c., 83-84, teniendo también en cuenta la edición de R. H. C harles , Apocrypha ad loe. 30. Hace la distinción entre representaciones guerreras y forenses al referirse al trono de Yahvé P. V o lz , Die Eschatologie, 276.

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