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EL JUICIO DEL HOMBRE 261 El HH , entronizado en el trono de la gloria que es propio de Dios, simboliza y decide el sentido de la historia de los hombres. El primer dato a tener en cuenta es el trono. Como en todo el oriente también para el AT el trono es uno de los signos distintivos del rey; trono y reino son prácticamente intercambiables (cf. 2 Sam 2, 10; 7, 13; 14, 9 etc.). Cuando el 1 Cron 10, 18 ss. se habla de la magnificiencia del trono de Salomón el autor no se refiere simple mente al rey actual sino al poder de su misma dinastía: el trono es como una manifestación visible del poder de un hombre, de una familia o de un estado. Lógicamente, ese poder no se limita al campo del dominio externo sino que implica también atribuciones de justicia: sentado sobre el trono el rey es juez para su pueblo (cf. Is 16, 5; Sal 122, 5 ) 19. El trono del rey está ligado al trono de Dios del que recibe su poder y fuerza. Sería inútil ponerse a discutir cuál es primero el trono celeste o el terrestre, el divino o el humano. Los dos se encuentran mutuamente referidos desde el principio. Yahvé, Dios de Israel, aparece como rey desde los tiempos más antiguos. El origen del título, con las funciones que comporta, se remonta a los tiempos más antiguos y tiene, según toda la probabilidad, un fondo cananeo 20. En los mitos de Ugarit se llama rey a «El», padre de los dioses; es normal que en Israel se le atribuya a Yahvé el mis mo título, como lo supone con toda claridad 1 Rey 22, 19 y lo afirma Is 6, 5 (cf. 1 Sam 12, 12). Ciertamente, el atributo de rey como aplicado a Dios no es muy corriente en el AT pero sin duda alguna es conocido21. Más nos importa el trono de Yahvé. Curiosamente, su mención es más usual que la referencia a Yahvé como rey. Del trono se habla en las teofanías (1 Rey 22, 19; Is 6, 1 ss.) y en los salmos (2, 4; 19. Sobre el «trono» en Israel F. C a n c ia n i - G . P ettin ato , Salomos Thron, philologische und archäologische Erwägungen, en ZDPV 81 (1965) 88-108. Cf. también J. F riedrich , Gott im Bruder, 124-125; O. S chm itz , Thronos, en ThDNT, 3, 161-162. 20. En contra de M. B uber , Kingship of God, London 1967, 94-107, donde se opone el baal como divinidad a la divinidad que se desvela como malk en el Dios antiguo que dirige las tribus; el encuentro de Israel con Yahvé como melekh que dirige a su pueblo y, siendo rey, es Señor de la historia se realiza en el Exodo. La investigación moderna de los salmos muestra que el título real de Yahvé está unido a las representaciones cananeas. 21. H. J. K ra u s, Die Königsherrschaft Gottes im Altem Testament, en Bl-ITh, 13, 1951. Cf. J. F rie d rich , o . c., 176-178.
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