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EL JU ICIO DEL HOMBRE 2 5 9 en primer lugar un gesto: el HH separa a los pueblos en dos grandes mitades; su signo es de poder; no necesita acudir a ningún tipo de violencia externa; ante la majestad de su trono se dividen ya los hom­ bres (25, 31c-33). b) Pero no se trata de un gesto irracional; el HH juzga de acuerdo con un orden, según una palabra (25, 34-45): la razón del juicio queda expuesta abiertamente, ante los ojos de todos los juzgados. La estructura del juicio es, según eso, absolutamente clara. El HH tiene el «poder» por eso divide en su gesto a los hombres. Pero, al mismo tiempo, y como recto juez tiene la justicia, el orden, la palabra. En la unión entre gesto y palabra se sigue un antiguo esquema israe­ lita 17 según el cual la verdad del gesto se expresa en la palabra y la fuerza de la palabra se concreta en el gesto. Pero quedándonos en el plano de la acción del HH podemos dis­ tinguir dos elementos: a) En el campo del gesto (25, 3c-33), el HH ejerce una función activa: se sienta, recibe a los hombres, los separa, b) En el campo de la razón que se expresa en las palabras (25, 34-45), el HH tiene una función pasiva: aparece como aquél que está iden­ tificado con los hambrientos, los sedientos y sufrientes. Eso indica que el HH no juzga la historia desde fuera, como Señor que se impone desde arriba, marca la línea de su voluntad y actúa después en conse­ cuencia. El HH de Mt 25, 31-46 ha unido el poder del dominio con el poder de la debilidad, su función de Señor que está arriba como juez con su destino de persona que sufre dentro de la historia. Pero con esto salimos ya de nuestro campo. Queríamos haber tra­ zado una breve introducción al tema del gesto del juicio (25, 3 lc-33). Ya lo hemos hecho. Sólo nos queda señalar los momentos de ese gesto, para tratarlos a continuación: a) Hay un primer momento activo: La entronización (25, 31c): el HH se sentará sobre su trono de gloria. ¿Quién le entroniza? ¿Quién le da el poder? Nadie. Es el mismo HH el que se sienta, de parte 17. La relación entre acción y palabra nos remite al tema de las acciones simbólicas de los profetas, desde Oseas hasta Ezequiel. Sobre Oseas 1 y 3 cf. G. del O lmo , Vocación de líder... 216-219. Sobre Ezequiel 3-5 cf. G. F ohrer , Eze­ quiel, Tübingen 1955, 27-36. Cf. G. F ohrer , Die Galtung der Berichte über sym- bolische Hatidlungett der Propbeten, en ZAW 64 (1952) 101-120. En los textos proféticos antiguos (Os 1-3) se puede discutir el valor real o simbólico de la acción. En nuestro texto una discusión de ese tipo carece de sentido. Tanto el gesto como las palabras son simbólicos: aluden a una nueva dimensión, la dimensión del mundo nuevo escatológico.

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