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258 XAB IER PIK A ZA También existe una forma forense de juicio. La justicia deja de identificarse con la guerra y victoria sobre los enemigos; quedan a un lado las imágenes de catástrofes cósmicas, destrucciones y venganzas. Todo viene a condensarse en un verdadero acto judicial; en el lugar del Dios guerrero que mata y que lucha aparece el Dios anciano, de blancas vestiduras de justicia. No necesita imponerse, ni matar; no acude a ningún gesto violento: se siente sobre el trono, se abren los libros de la historia y juzga. Así aparece en Dn 7, 9-11, en 4 Es 7 33, en 2 Bar 30, 49-51, en 2 En 39, 8; 46 3 etc. Por eso en vez de armas aparecen ahora signos o instrumentos muy distintos: los libros donde se contienen las acciones de la historia (En 47, 3; Jb 19, 9; 4 es 6, 20; Ap Jn 3, 5); la balanza en que se mide y se pesa la conducta (cf. 1 En 41, 1; 61, 8 ) 16. En la mayor parte de los libros apocalípticos se unen ambas pers­ pectivas. La lucha contra los enemigos de Israel está ligada a la repre­ sentación de un juicio más o menos neutral que viene después. Pienso que Israel no ha sido capaz de integrar todo el tema del juicio en la segunda perspectiva; la diferencia entre el israelita y el no israelita es demasiado grande como para suponer que todos deben comparecer ante un mismo tribunal, con las mismas garantías, sin que sea posible el parcialismo. Tanto Dn 7 como 1 En 37-71 y 4 Es hablan al mismo tiempo de la lucha de Dios (o su enviado) contra los enemigos de Israel y de la celebración del juicio. Da la impresión de que ese juicio es algo posterior. Primero es la venganza o destrucción de los per­ versos. En Mt 25, 31-46 no hay nada de eso. Todo se ha centrado en el gesto del juicio. No hay asomo de violencia; no hay guerra, no hay venganza. Todos los pueblos vienen ante el delegado de Dios y se les juzga. Pero de la peculiaridad del juicio de Mt 25, 31-46 ten­ dremos que hablar más adelante. Ahora nos limitaremos a esbozar sus elementos, antes de estudiar cada uno por separado. Quizá en ningún lugar como en Mt 25, 31-46 se desarrolla en toda su radicalidad y su pureza de motivos el tema del juicio forense, sin ningún asomo de batalla de Dios contra los malos o venganza. El re­ presentante de Dios, HH , sólo tiene el poder de la justicia que se expresa por su gesto (25, 31c-33) y su palabra (25, 34-45): a) Hay 16. B o u s s e U -G r e s s m a n n , o. c., 2 5 9 ss.; M . H e n g e l , Judentum und Helle- nistus, Tübingen 19 6 9 , 365 ss. Sobre la pervivencia del tema guerrero en el juicio según la secta de Qumran, cf. F r. N ó t s c h e r , Zur theologhchen Terminologie der Qumram-Texte, Bonn 19 5 6 , 158 ss.

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